El riesgo de militar la omisión
El asesor del papa Francisco, Juan Grabois, regaló una muestra gratis sobre cómo procesa el sistema político (que él integra) la demanda ciudadana de transparencia pública.
Como su compañero del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, omitió precisar sus datos patrimoniales a la Oficina Anticorrupción y se lo recriminaron, acusó a la titular del organismo, la macrista Laura Alonso, de actuar como militante de una persecución a opositores. Grabois debió exigirle a Pérsico que entregue su declaración jurada. Optó por tirar la pelota afuera. A Grabois tampoco le interesa el patrimonio de Milagro Sala. Sólo porque es militante de su propia fracción política.
Alejandra Gils Carbó, jefa de los fiscales y promotora de la agrupación Justicia Legítima, nunca movió un dedo para investigar los sobornos que Odebrecht admitió formalmente haber pagado durante el gobierno de su jefa política, Cristina Fernández.
Y la expresidenta recién habló del tema ayer. No para explicar lo que pasó durante su gobierno con el soterramiento sospechado del ferrocarril Sarmiento. Sino para militar en contra del actual gobierno con la revelación sobre un presunto pago al hombre de Macri en la ex-Side, Gustavo Arribas.
Es más que probable que Laura Alonso haya tenido en sus manos una copia del acuerdo de delación firmado entre la empresa Odebrecht y el Departamento de Justicia norteamericano.
El mismo cuyo apartado número 50 reveló ayer el periodista Hugo Alconada Mon, del diario La nación.
Ese párrafo dice textualmente que entre enero de 2011 y marzo de 2014, Odebrecht hizo “pagos corruptos adicionales” a través de su División de Operaciones Estructuradas, totalizando aproximadamente 500 mil dólares, a cuentas privadas en la dirección de un intermediario, en el entendimiento de que esos pagos eran para beneficiar a funcionarios argentinos.
El titular de la Agencia Federal de Inteligencia negó ayer haber recibido esos pagos de una sociedad que Odebrecht reconoció que usó para giros ilegales.
¿Lo investigará Laura Alonso, o se sumará con una omisión al sesgo que –con todo cinismo– le reprochó el asesor del Papa?