En sentidos opuestos
El miércoles se conoció un ofrecimiento millonario (4.300 millones de dólares) de Volkswagen a la Justicia norteamericana para frenar un juicio por infringir los topes máximos de emisión de gases de hidrocarburos en 555 mil vehículos. La automotriz alemana aceptó haber trucado los autos para que pasaran los controles estatales.
Ayer, la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA) acusó a Fiat Chrysler de hacer lo mismo y ya hay un expediente en los tribunales de California.
Lor organismos del Ejecutivo y la Justicia de Estados Unidos parecen ir en un sentido claro: el de tolerancia cero para las empresas que comprometan el medio ambiente.
Pero esta orientación, que aparece como lógica o en mayor sintonía con los intereses ciudadanos, cobra relevancia ante un nuevo contraste: existen indicios de que el futuro gobierno de Donald Trump caminaría en dirección opuesta.
En efecto, en apenas días, Scott Pruitt, un notorio escéptico de la teoría del cambio climático, comandará la misma entidad que llevó al banquillo a Volkswagen y a Fiat Chrysler. Pruitt, exfiscal de Oklahoma, quien fomenta el uso de energía fósil, será el director de la EPA.