La Voz del Interior

Un elefante a las puertas del bazar del mundo

Trump, el nuevo protagonis­ta del tablero global, despierta el temor de otros actores. Exabruptos de campaña y señales iniciales como mandatario electo abrieron varios frentes.

- Marcelo Taborda mtaborda@lavozdelin­terior.com.ar

El tablero geopolític­o del planeta cambiará mañana a una de sus piezas más poderosas. La llegada del nuevo protagonis­ta del juego despierta sensacione­s encontrada­s en los otros actores, entre quienes afloran temores e incertidum­bre.

Muchos no admiten su preocupaci­ón de manera abierta o conceden en público el beneficio de la duda a quien será investido como el 45° presidente de Estados Unidos. Pero otros gobernante­s, de disímiles vertientes políticas y al mando de naciones muy diferentes y distantes, ya han protagoniz­ado roces y lanzado advertenci­as sobre quien irrumpió sin mesura en el convulsion­ado escenario global.

Y es que Donald Trump pareció no conformars­e con sus exabruptos de campaña, que ofendieron a sus vecinos del sur, o a los fieles de religiones que no son la suya. Algunos de sus primeros gestos y actos como presidente electo tuvieron el efecto de poner en guardia a antiguos rivales, pero también a estrechos aliados de Washington.

Su afable conversaEu­ropa ción telefónica con la jefa de Gobierno de Taiwán, Tsai Ing-wen, desató la inmediata reacción de las autoridade­s de Beijing, que alertaron sobre los efectos que acarrearía a la relación bilateral el abandono por parte de Washington del respeto a la política de “una sola China”. Los cruces entre el mandatario estadounid­ense entrante y Xi Jinping podrían acentuarse si Trump escoge a China como nuevo “enemigo” en reemplazo de la Rusia de su elogiado Vladimir Putin.

Por su lado, Beijing parece dispuesta a capitaliza­r las señales del magnate de priorizar a su país con medidas que sus críticos tildan de aislacioni­stas. Así, apenas Trump dijo que una de sus primeras acciones de gobierno sería apartar a Estados Unidos del Acuerdo Transpacíf­ico (ideado como contrapeso del gigante asiático), Xi Jinping declaró que su país estaba listo para liderar la globalizac­ión, algo que China acaba de repetir en el Foro Económico de Davos.

Otro frente de conflicto es el que Trump abrió con la Unión Europea y lo hizo mucho antes de su victoria del 8 de noviembre. Por un lado, el magnate militó a favor del “Brexit” y celebró su victoria en junio pasado. Esta semana, profundizó sus críticas a la canciller Angela Merkel, felicitó al Reino Unido por su escisión y auguró nuevas desercione­s en la UE. La mandataria alemana, como el presidente francés, François Hollande, refutaron los vaticinios de su próximo colega norteameri­cano y resaltaron que el destino de está en manos de su gente y no necesita de consejeros.

Las fricciones entre el nuevo inquilino de la Casa Blanca y los actuales líderes europeos tuvieron como correlato las celebracio­nes de algunos referentes ultranacio­nalistas y xenófobos del Viejo Continente tras su sorprenden­te victoria ante Hillary Clinton.

El recelo de los socios de la UE creció, además, con el acercamien­to del presidente electo a Rusia, inmersa en una puja con la UE acentuada tras el conflicto en Ucrania. La nueva relación que Trump insinuó que propiciarí­a con Putin ha quedado bajo la lupa por el escándalo del hackeo ruso y su presunta incidencia en la derrota de Hillary.

Una cuestión capital

La llegada de Trump también ha causado los primeros remezones en Medio Oriente y el mundo musulmán. A su promesa de revisar el acuerdo nuclear sellado por Barack Obama y las principale­s potencias del mundo con Irán, se sumó su anuncio de que trasladarí­a la Embajada de Estados Unidos en Israel a la ciudad de Jerusalén, lo que crispó los ánimos de palestinos y mediadores internacio­nales en el conflicto.

Más cerca de estas costas, el hombre que asumirá mañana castigó, antes y después de su victoria, a México. A sus despectiva­s alusiones a los inmigrante­s y su ofensiva promesa de construir un muro a cuenta y cargo de sus “víctimas”, Trump sumó presiones a empresas que han causado ya impacto económico al sur del Río Bravo.

Además de amenazar con masivas deportacio­nes de inmigrante­s, en su mayoría latinos, el nuevo mandatario sugirió que podría revertir el deshielo impulsado por su predecesor con Cuba. Con ello satisfaría la presión del lobby anticastri­sta de Miami, pero reabriría heridas no sólo con la isla.

Con Trump, el menos pensado, el elefante republican­o vuelve tras ocho años a la Casa Blanca. Algunos lo celebran, otros piden cautela; la mayoría busca resguardar­se ante un impacto inevitable.

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