El clásico más viejo
Ha sido una constante en la historia de la Liga Nacional. Desde la creación de la competencia, la denominación de “clásico” enroló, periódicamente, a varios de los rivales de Atenas.
Ferro Carril Oeste, el fantástico equipo que lideraba el santiagueño Miguel Cortijo, se perfilaba en el arranque del torneo como el equipo estandarte de la nueva etapa del básquet nacional. Sus antecedentes en la liga metropolitana, donde durante una década había sostenido una dura porfía con Obras Sanitarias, le avalaban ese cartel. Y en ese contexto, Atenas apareció como el candidato a discutirle ese privilegio desde un segundo plano.
Quiso el tiempo y la superioridad de los griegos, que ese papel de liderazgo quedara en sus manos. Después de sus dos éxitos en 1987 y 1988 y de idéntica cantidad de frustraciones ante los de Caballito, el verde cordobés se potenció y no dejó dudas acerca de su inclusión como parte de ese primer clásico nacional.
La decadencia de Ferro y el sostenido protagonismo de Atenas, fue debilitando el derbi. Paralelamente, el surgimiento de otros clubes con pretensiones de discutir la hegemonía de los atenienses, fueron tomando la posta de los de Oeste, reclamando para sí la “recategorización” del máximo duelo liguero.
Así, siempre con Atenas como uno de los protagonistas, su “tradicional adversario” fue cambiando de nombre y de ciudad. Gepu de San Luis, Olimpia de Venado Tuerto, Independiente de General Pico, Boca Juniors, Estudiantes de Olavarría y Peñarol de Mar del Plata fueron alternándose como “la otra pata” de esos partidos con sabor especial.
Hoy, a pesar de su pobre presente, Atenas sigue siendo el único club con participación en las 33 ediciones de la Liga Nacional. A la espera de reverdecer laureles, hoy todos sus rivales son “uno más”, y el clásico nacional se encuentra vacante.
Instituto, viejo rival. Ante ese escenario, los duelos regionales pasaron a copar la parada. Quimsa-Olímpico, Peñarol-Quilmes o San Martín-Regatas Corrientes, Ferro-Obras son encuentros que sacan chispas. Y a ellos se sumó el Atenas-Instituto que, a no dudarlo, es el de más vieja data de todos y excede largamente los escasos ocho choques ligueros entre ambos.
Es que la primera “bronca” entre los vecinos de Alta Córdoba y barrio General Bustos surgió, incluso, antes de la refundación de Atenas (en 1938). El 29 de junio de 1930, en el marco del Campeonato Oficial que fiscalizaba por entonces la Federación de Básquetbol de la Provincia de Córdoba, la Gloria, miembro fundador de la FBPC, aplastó al primerizo Atenas por 35 a 4, un marcador inusual hasta para la época, donde los partidos se jugaban en canchas de arcilla y sin límite de posesión de pelota.
Desde entonces, los albirrojos parecen estar destinados a cruzarse eternamente en el camino de los griegos, por más que algunas pausas prolongadas “enfríen” una rivalidad que pronto entrará en su novena década. Por eso, si de clásicos se trata, el de hoy en el Sandrín tiene capítulos de sobra para presumir.