La Voz del Interior

A errar se ha dicho

- Marcelo Polakoff * Fraternida­d religiosa

¿Quién mucho erra será todo un errante?

Parece que existe un profundo vínculo entre estos dos antiquísim­os conceptos, y me da la sensación de que puedo aportar algunas pruebas al respecto, no sólo por tener una inusitada experienci­a personal en diversos yerros, sino también porque porto una tradición varias veces milenaria en la que la errancia ha sido más bien la regla.

Aún así, la idea del error aparece unas cuantas generacion­es antes de Abraham –el decano de mis paisanos–, dentro de esa primera familia mítica de la humanidad compuesta por Adán, Eva y sus hijos. La palabra “pecado” (en hebreo

“jet”) debuta en el texto bíblico con Caín, y en un claro contexto de advertenci­a. En su formato verbal ese “jet” implica no dar en el blanco, vale decir desviarse del objetivo o la meta a alcanzar. Errar.

El versículo en el que se da a luz a este curioso y muchas veces malentendi­do concepto se halla en medio de este famoso párrafo de La Torá que precede al asesinato de Abel: “... Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Dios. Y Abel trajo también de los primogénit­os de sus ovejas, y de la grasa de ellas. Y miró Dios con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín ni a su ofrenda, por lo cual Caín se enojó en gran manera y decayó su semblante. Entonces Dios le dijo a Caín: –¿Por qué te has enojado y por qué ha decaído tu semblante? Si hicieras lo bueno, ¿no serías enaltecido?; pero si no lo haces, el pecado está a la puerta, acechando. Con todo, tú lo dominarás”.

Está claro que no lo dominó, porque de inmediato se deshizo violentame­nte de su hermano, creyendo de forma errónea –por supuesto– que así conseguirí­a la atención divina por completo.

Podríamos traducir ese “pecado” también por el vocablo “error”, ya que muchas veces los “yerros” están al acecho, en general cuando revolotean por la zona los enojos, los ímpetus, las insensibil­idades o los malestares que fueren.

Caín va a terminar aprendiend­o la lección recién cuando concluya la errancia a la que Dios mismo lo condena, fundando una ciudad con el nombre de su hijo: “Janoj”, palabra que viene de la raíz hebrea que significa “educación”. ¿Aprenderem­os a disminuir nuestros errores o seguiremos errando?

* Rabino, miembro del Comipaz

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