Esperar, más allá de las tensiones

Hace un año llegaba como embajador argentino al Ecuador. Para una persona que no proviene de la diplomacia, es todo un desafío. Me propuse hacer lo que más sabía y no desdibujarme en el intento. Entonces, me involucré fuertemente, justo en un año electoral, con los temas políticos de un país en el que se respira política.

Al examinar el escenario local, veíamos al partido de gobierno, Alianza País, con un conductor indiscutido, que es el actual presidente Rafael Correa. Como líder natural, tiene virtudes y defectos extremadamente expuestos, pero en esta elección se marginaba de la disputa, lo que abría un proceso largo y complejo de sucesión.

Ese proceso terminaría en la elección de Lenín Boltaire Moreno Garcés como candidato a presidente para representar su espacio. Este fue vicepresidente en el primero de los mandatos de Correa y, pese a no integrar el círculo íntimo del correísmo, era el que mejor imagen tenía para la contienda electoral.

Por ello se decidió que el binomio se integrara con el actual vicepresidente, Jorge David Glas Espinel, hombre fuerte del gobierno y blanco de las principales críticas de los opositores. El eco de los escándalos de Odebrecht y Petroecuador fueron ejes de la campaña opositora, que todavía siguen retumbando.

Párrafo aparte para la oposición. Mi experiencia me indicaba que, por las normas electorales vigentes en este país (para ganar en primera vuelta hay que tener más del 40 por ciento de los votos válidos emitidos y una diferencia de 10 puntos respecto del segundo) y el uso que seguramente el gobierno haría del aparato oficial, se integrarían alianzas que darían a las fuerzas opositoras mejores chances de enfrentar el proceso electoral.

Para mi sorpresa, eso no existió. La oposición se fragmentó en varias fórmulas, mientras decía que esos acuerdos los harían para la segunda vuelta. Entonces, me pregunté: “¿Y si no hay segunda vuelta? ¿Y si el oficialismo hace lo ‘imposible’ para que todo se resuelva en la primera vuelta?”.

Ironía del destino: mientras escribía esta nota, el presidente del Consejo Nacional Electoral, Juan Pablo Pozo Bahamonde, anunciaba que se tomarán una semana para comunicar si hay o no segunda vuelta.

Antenoche, cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) dejó de comunicar cifras oficiales, partidarios de Guillermo Lasso Mendoza, que integran la Agrupación Creo, decidieron hacer lo que acá llaman “plantón” frente a la sede del CNE, para exteriorizar su temor sobre un posible “fraude electoral”. Ello genera una situación de tensión e incertidumbre que se prolongará quién sabe por cuánto tiempo más.

Vínculo con Argentina

Entiendo, honestamente, que sea quien fuere el próximo presidente, la relación con Argentina será distinta. Espero no incumplir ninguna regla de cortesía internacional si digo que el presidente Correa tiene una amistad personal con la expresidenta Cristina Fernández. De igual manera, entiendo no cometer ninguna torpeza si digo que nuestra canciller, Susana Malcorra, tiene para con Lenín Moreno una amistad y confianza fuertemente consolidadas en tantos años de trabajo conjunto, cuando ambos compartían sus tiempos trabajando para la ONU.

Si hay segunda vuelta y ganara Guillermo Lasso, este ya manifestó que trabajará junto con la Argentina y su pueblo.

Sólo nos resta esperar que la voluntad popular depositada en las urnas el domingo pasado sea expresada con claridad y transparencia, para saber con quién continuaremos forjando y dando vida a los tradicionales lazos de amistad, respeto y cariño que tenemos respecto del hermano pueblo ecuatoriano.

Sea quien fuere el próximo preSidente, la relación con la argentina Será diStinta.