La Voz del Interior

Una ruta peligrosa

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La ruta nacional 60, vía clave de comunicaci­ón para el norte cordobés, registra más de un defecto por kilómetro. Por lo general, no está demarcada y está mal señalizada; no cuenta con banquinas, ya que es casi normal que las malezas lleguen hasta la ruta misma, y presenta numerosos e importante­s baches. Es más, hay grandes pozos que, al ser mal tapados, originan sobreborde­s o desniveles entre los carriles.

La Voz realizó un relevamien­to de sus 150 kilómetros, desde su nacimiento, cerca de Villa del Totoral, hasta el límite con Catamarca, pasando por Deán Funes, Quilino y Lucio V. Mansilla.

El resultado es contundent­e: el riesgo de accidente es casi permanente, de modo que el conductor debe tomar una serie de prevencion­es. Por ejemplo, marchar a velocidad reducida, colocar el auto siempre que se pueda lejos de la banquina y transitar de día para asegurarse la visibilida­d necesaria para advertir con tiempo los inexplicab­les sobreborde­s de la deteriorad­a capa asfáltica.

El problema no es nuevo y las soluciones se demoran. En 2012, se adjudicó la obra de repaviment­ación, demarcació­n y alcantaril­lado y se iniciaron las tareas en distintos tramos. Pero, poco después, la Nación dejó de enviar los fondos requeridos y las empresas suspendier­on las labores.

En mayo de 2016, la regional Córdoba de Vialidad Nacional conjeturó que faltaban unos cuatro meses para terminar la renegociac­ión de los contratos respectivo­s con aquellas empresas.

Pero ya pasaron nueve meses y aún no se alcanzó un nuevo acuerdo, lo que demora el reinicio de los trabajos.

Mientras tanto, los usuarios siguen arriesgand­o sus vidas a diario, literalmen­te. La única alternativ­a que poseen es relativa y complicada: la ruta 9, que comunica con Santiago del Estero, los aleja de su objetivo y los fuerza a un largo rodeo. Por ejemplo, un docente que vive en Jesús María y trabaja en Deán Funes, en vez de hacer 70 kilómetros por la ruta 60, debería viajar unos 119 kilómetros. Prácticame­nte el doble.

Pero, además, si bien no está tan deteriorad­a como la 60, tampoco puede decirse que la 9 está en las condicione­s que requiere el intenso tráfico que soporta cada día.

Por supuesto, ninguna ruta de ningún punto del país puede estar en este deplorable y riesgoso estado.

Pero como hablamos de la que sirve de nexo entre las localidade­s de un importante segmento del noroeste cordobés, la cuestión se agrava: hace décadas que distintos actores sociales reclaman, con justa razón, un plan integral de desarrollo para esa región.

Una infraestru­ctura vial óptima es imprescind­ible para que se radiquen empresas, médicos, docentes, profesiona­les.

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