Temer ya tiene a su amigo y ministro en la Corte
El Senado brasileño avaló la designación del cuestionado titular de la cartera de Justicia. El reemplazante del juez Zavascki, Alexandre de Moraes, tendrá injerencias en el Lava Jato.
BRASILIA. El presidente de Brasil, Michel Temer, cuya popularidad apenas llega al 10 por ciento, dio ayer otra muestra de poder político y –apoyado en su cuestionada base parlamentaria– logró promover para la máxima corte del país a su polémico ministro de Justicia, Alexandre de Moraes.
La candidatura del ministro al Supremo Tribunal Federal (STF) para ocupar la vacante que abrió la muerte del juez Teori Zavascki, al caer al mar el pequeño avión en que viajaba en enero pasado, fue propuesta por Temer y aprobada ayer en el pleno del Senado, por una aplastante diferencia de 55 votos a favor frente a 13 en contra.
Ayer sólo asistieron 68 senadores, de los 81 miembros que integran la Cámara Alta. Al menos 44 de ellos son sospechosos o investigados por supuesta corrupción, en muchos casos asociada a la trama investigada en la estatal Petrobras, que cuando involucra a políticos con inmunidad tramita en el Supremo.
La propuesta de Temer desató polémica en el medio jurídico y sobre todo en la oposición, que vio en el nombramiento de De Moraes una intención de “controlar” desde la Corte Suprema esa investigación, que salpica a decenas de figuras de todo el arco político partidario y se prevé que pueda llegar al propio mandatario.
Tanto Temer como De Moraes han repetido hasta el hartazgo que la operación Lava Jato, como se conocen esas vastas inves tigaciones, es “intocable” y han garantizado que el Gobierno no interferirá de modo alguno en la Justicia.
Sin embargo, en el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que lidera Temer, han surgido polémicas propuestas que, para muchos parlamentarios de la oposición, apuntan en sentido contrario.
La última de ellas, aunque retirada unas horas después de ser presentada por el presidente del PMDB, Romero Jucá, proponía impedir que los jefes de ambas Cámaras legislativas sean juzgados, mientras estén en el ejercicio de sus cargos, por delitos cometidos antes de asumir esos mandatos.
El presidente de la Cámara Baja, Rodrigo Maia, del partido Demócrata (DEM) y de la mayoritaria base oficialista, es investigado por el Lava Jato por supuestas maniobras para favorecer a empresas implicadas en el asunto a cambio de abultados sobornos.
En el caso del flamante titular del Senado, Eunicio Oliveira, del PMDB, se asegura que ha sido citado como beneficiario de esas corruptelas en testimonios dados a la Justicia por 77 exdirectivos del grupo Odebrecht.
Esas declaraciones están bajo un estricto secreto judicial, pero informaciones obtenidas por la prensa local sostienen que salpicarán a decenas de legisladores, a por lo menos cinco ministros e incluso al propio Temer.
Nombramiento estratégico
El presidente, los ministros y todos los parlamentarios tienen condición de “aforados”, por lo que sólo pueden ser juzgados por el STF, que en Brasil es tradicio nalmente más lento y burocrático que la Justicia ordinaria.
Un reciente estudio de la Fundación Getúlio Vargas dice que las causas penales abiertas en el Supremo contra políticos en la última década demoraron una media de 954 días para llegar a la fase de sentencia. Agrega que, en un 68 por ciento de los casos, las causas prescribieron o fueron retomadas por tribunales inferiores porque el acusado dejó el cargo y perdió el estatus de aforado.
Más allá de esas polémicas, todos los analistas políticos han coincidido en que la elección de De Moraes para la Corte Suprema ha constituido otra prueba del poder político de Temer, un mandatario con una casi nula popularidad, pero apoyo clave en las cámaras.
Gracias a ese poder parlamentario, Temer logró aprobar impopulares medidas económicas y avanza en proyectos de reforma del régimen de jubilaciones y de las leyes laborales resistidos por sindicatos, pero aplaudidos por empresarios.