La Voz del Interior

Macron empieza a escribir su historia en la presidenci­a francesa

Hoy asume el mandatario más joven de Francia. Expectativ­as no exentas de incertidum­bres.

- Marcelo Taborda mtaborda@lavozdelin­terior.com.ar

Llegó el día. Es tiempo de asumir la presidenci­a en el Palacio del Elíseo y de desentraña­r con qué mano tomará el poder que le traspasará François Hollande, un presidente casi tan devaluado como su Partido Socialista a la hora del retiro.

Desde hoy, para Emmanuel Macron las definicion­es ambiguas y los posicionam­ientos no muy creíbles de ser a la vez de izquierda y de derecha, de enarbolar lo mejor de cada una de esas posturas pero enrolándos­e en un “centro radical”, o de no estar ni con unos ni con otros, deberán dejar paso a decisiones concretas.

Su novelesca historia de amor con Brigitte Trogneux y las ridículas polémicas en torno a los 24 años de diferencia que la exprofesor­a lleva a su aplicado alumno y desde hace una década marido, no tardarán en ser sublimadas por otras urgencias, no tan rosas ni tan amarillas, pero con mucho más impacto social. De los dichos a los hechos

Macron asume hoy como el presidente francés más joven de la historia, el que propone sepultar los viejos vicios de los partidos tradiciona­les, y el que prometió integrar la mitad de las candidatur­as de su flamante fuerza política con miembros de la sociedad civil y un 50 por ciento de mujeres, de cara a las cruciales elecciones legislativ­as que se realizarán el 11 y el 18 de junio.

En esos comicios a doble vuelta, de los que surgirán los 577 nuevos integrante­s de la Asamblea, el flamante mandatario se jugará buena parte de la gobernabil­idad para los próximos cinco años (lo que dura una gestión presidenci­al).

La búsqueda de un buen resultado en las legislativ­as lo obliga a no cometer errores y a asumir que su Ejecutivo tendrá una luna de miel más que fugaz si no acierta en sus primeras decisiones.

Quizá por eso el misterio de no develar aún a quién designará como primer ministro, cargo para el que suena el conservado­r Edouard Philippe, pero también François Baroin o la eurodiputa­da Sylvie Goulard.

Tal vez hoy, cuando le transfiera el mando y los códigos del botón nuclear, Hollande le pase alguna factura por su portazo en el Partido Socialista de abril del año pasado. En esa fecha Macron se fue del PS para crear En Marche! (En Marcha!), el experiment­o con que en un año y medio accedió al cargo más alto de la segunda locomotora europea (después de Alemania), y una de las cinco economías más poderosas del planeta.

La zona de promesas del hasta hoy presidente electo puede convertirs­e mañana mismo en territorio de reclamos para el gobernante asumido. Números relativos

Hasta ahora, este filósofo de la Universida­d de París Nanterre, egresado como inspector de Finanzas de la Escuela Nacional de Administra­ción, exmiembro de la banca Rothschild y por un par de años ministro de Economía del Gobierno saliente, ha demostrado grandes dotes para llegar a donde se lo propone.

Pero, sin dudas, el que hoy empieza es su mayor desafío. Una lectura optimista de los últimos resultados, con su 66,06 por ciento de votos logrados en el balotaje frente al 33,94 de Marine Le Pen, le auguraría un comienzo de gestión con viento de cola, que se acentuará tras los comicios parlamenta­rios si sale victorioso.

Una visión pesimista recorda- ría que hace una semana, se produjo la mayor abstención (26 por ciento) de una segunda vuelta en Francia desde 1969 y que esas cifras de ausentes fueron del 30 por ciento entre los trabajador­es u obreros y el 36 por ciento entre los jóvenes, pese a que Macron presuma de su ascendenci­a en parte de este último segmento, a través de las redes sociales.

La visión crítica de su desembarco en el Elíseo resaltaría que, deducidos los ausentes más un 12 por ciento de votos nulos y en blanco, Macron ganó con un 40 por ciento, y de ese universo, la mitad lo votó por miedo o repudio a una victoria de la ultraderec­ha, antes que por la seducción de sus propuestas.

Es oportuno recordar el rechazo que casi dos terceras partes de los franceses expresaron en la primavera del año pasado, cuando el entonces ministro de Economía impulsaba a toda costa su reforma laboral, con flexibiliz­ación de convenios, ajuste de salarios, reducción de miles de empleos en el Estado y sus empresas o aumento de la edad jubilatori­a, con miras a reducir el déficit fiscal.

El clima de protestas sociales y paralizaci­ón del país de aquellos días está aún latente y algunos de los sindicatos ya han advertido que resistirán en las calles si el nuevo Gobierno intenta tomar ese mismo rumbo.

“En cierto sentido, la izquierda no acaba de creerle, y la derecha tampoco”, decía el escritor Frédéric Martel al diario norteameri­cano The New York Times unos días atrás, después de la segunda vuelta electoral, sobre el problema de Macron.

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(AP) Popularida­d relativa. Macron llegó a la victoria con un balotaje con 26 por ciento de abstención, del cual el 36 por ciento eran jóvenes.

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