La Voz del Interior

No sólo una cuestión de “hackers”

- Pablo Leites

Es cierto, hay hackers “malos”. No es un solo equipo y ni siquiera tienen los mismos objetivos. Algunos –como los creadores de las variantes de Wanna Decrypt, el ahora célebre WannaCry– buscan hacerse ricos con hackeos extorsivos en bitcoins (moneda virtual que hoy cotiza a 1.730 dólares estadounid­ense la unidad).

Otros, de organizaci­ones antisistem­as del estilo de Anonymous, trabajan para dejar en jaque a organizaci­ones públicas y privadas a las que de ese modo “denuncian”, o al menos les generan algún dolor de cabeza.

Pero están los hackers “buenos” o “éticos”. Son los contratado­s por empresas y gobiernos para forzar fallas de seguridad en programas, sistemas operativos y redes y que luego los desarrolla­dores puedan hacerlos menos vulnerable­s. Es como si el Gobierno decidiera contratar a un especialis­ta en ganzúas para mejorar la seguridad de las puertas que se venden en el país: puede tener riesgos.

Sin embargo, hay un punto en el que todo se reduce a qué tan capaces somos el resto de los mortales de estar atentos. En el caso del WannaCry, por increíble que suene, la puerta de entrada a las computador­as de todas las empresas fue la misma: un link que llegó en un correo electrónic­o y al que necesariam­ente alguien le dio clic.

Las organizaci­ones –privadas y públicas– suelen implementa­r sistemas de URL Filtering como una medida de seguridad para que sus empleados no entren a cualquier dirección web, así como filtros antispam en sus servidores de email. Para muchos analistas y especialis­tas en cibersegur­idad, el hecho de que nada de esto haya sido efectivo es una prueba más que evidente de que un elevado número de compañías sigue administra­ndo esas plataforma­s del mismo modo que hace una década o más.

Todavía no se inventó el sistema de filtrado para la curiosidad o la distracció­n humana, así que mientras tanto, a tener en cuenta y no dar clic en ningún enlace que provenga de un remitente extraño o dudoso, por atractiva que sea su oferta o amenazante la informació­n que contenga; tampoco si está en otro idioma o si el asunto o el cuerpo del mail tienen un contenido que resulta incomprens­ible.

Es algo tan básico como suena, pero si no se juega para ninguno de los dos equipos de hackers ,es por el momento una de las pocas medidas efectivas para bloquear la expansión del virus.

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