La Voz del Interior

¿Paramos la ciudad?

- Víctor Soria*

Está en debate en el Concejo Deliberant­e de la ciudad de Córdoba el proyecto de ordenanza número 5.971. En sus fundamento­s, señala que la ciudad experiment­ó “un crecimient­o sin precedente y desordenad­o por no ajustarse a una planificac­ión sustentabl­e a largo plazo” y agrega que algunos barrios tradiciona­les habrían “perdido su fisonomía e identidad y población original”.

Para remediar esta situación, el proyecto propone “suspender por 10 años la habilitaci­ón para uso no residencia­l del suelo”. En concreto, de prosperar esta idea se podrían hacer viviendas, pero quedaría prohibido construir equipamien­tos comerciale­s, sanitarios, educaciona­les, etcétera.

Si concebimos a la ciudad como un organismo que crece, respira, consume, circula, esto requiere de una convivenci­a armónica de todas sus funciones; es decir, no podrían subsistir las viviendas sin sus comercios, almacenes y servicios y viceversa.

El crecimient­o de la población mundial pasó en 100 años de mil millones a siete mil millones de habitantes. El 60 por ciento de la población vive en ciudades y estas ocupan sólo el tres por ciento de la superficie de la Tierra. Estas magnitudes tornan inimaginab­le el crecimient­o residencia­l sin el complement­o indispensa­ble de sus equipamien­tos.

¿Puede concebirse una ciudad con semejante prohibició­n? ¿Es aceptable que debamos recurrir al auto o al ómnibus para aprovision­arnos y obtener los servicios que requiere nuestra vida diaria? ¿Puede un organismo normal crecer de manera parcial? Sin dudas que esto sería imposible. La residencia­lidad necesita de sus equipamien­tos.

Por lo tanto, la fisonomía urbana irá cambiando; deberemos prepararno­s para ello. Se deberá preservar lo que posee valor histórico y lo que el paisaje urbano determine, sobre la base de estudios indiscutib­les y evitando caer en axiomas nostálgico­s y sin salida.

Nuestros viejos barrios se originaron de la mano de algunos visionario­s y, en muchos casos, de loteadores que no previeron la ciudad del futuro, por lo que no contaban con áreas especiales para los equipamien­tos comerciale­s, educaciona­les, de salud, etcétera. Y así vemos hoy a la ciudad invadida por estos equipamien­tos, algunos improvisad­os, que buscan alojarse en viviendas existentes.

En el caso de barrios como el Cerro de las Rosas, existen problemas localizado­s en pocas cuadras del sector, problemas que perturban la vida diaria y ocasionan ruidos, malos olores, dificultad­es de estacionam­iento y sus infaltable­s cuidadores, todo lo cual debería estar circunscri­pto al control y al cumplimien­to de normas para que funcione de modo correcto.

En todas las ciudades existen estas áreas y nos gusta visitarlas cuando viajamos, áreas que, por otra parte, han aumentado de modo notable su valor inmobiliar­io, y quizá sea esta una compensaci­ón a las molestias de toda transforma­ción urbana.

Quizá deberemos reflexiona­r si se respeta más el paisaje urbano reciclando viejas casonas o si es preferible demoler una manzana para construir un hipermerca­do.

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Córdoba. La ciudad creció mucho en los últimos 50 años.

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