Como a los nazis
“Justicia, Justicia perseguirás”, señala la torá. seguiremos haciéndolo.
“O lé olé, olé olá, como a los nazis les va a pasar, ¡adonde vayan los iremos a buscar!”. Estas palabras resonaron varios días en mis oídos después de haberlas escuchado el miércoles pasado de boca de madres e hijos de tantos desaparecidos.
Marché junto a ellos y a cientos de miles de argentinos que –como con el caso de los nazis– no buscamos venganza, pero sí justicia. Y, por supuesto, jamás por mano propia (algo que evidentemente no sería justicia), sino a través de las instituciones judiciales y de las leyes pertinentes.
Ahora bien, que tres integrantes del máximo tribunal de la Nación, por sobre los dos restantes, definan con un solo voto de diferencia que los genocidas vuelvan a caminar libremente por las calles de la Argentina habla muy mal de nuestra Justicia.
Ya lo decía el exjuez Miguel Rodríguez Villafañe: “Resulta inaceptable que se aplique a delitos de lesa humanidad una norma que no rigió al tiempo de la comisión del delito, que fue derogada antes del juicio y que no fue dictada para supuestos de delitos de lesa humanidad”.
O en palabras de otro exjuez de fuste, Leopoldo Schiffrin, quien afirma, citando al libro del Éxodo, que “hay ciertas parcialidades que deben exigirse a los jueces”. Se refiere al texto que reclama que Moisés nombre jueces de “corazón valiente”, algo que Maimónides explica diciendo que ello es necesario “porque su misión es arrancar a los oprimidos de las garras de los opresores”.
Schiffrin agrega: “Esto contrasta con la imagen del juez impasible, imperturbable, insensible, meramente maquinal, imagen que ni rima con un sistema político en el que los jueces deben ser los guardianes del plexo de valores que sustenta la Constitución y los primeros comprometidos con la causa de los derechos humanos que aquella promueve”.
Todo texto, tanto el de la mismísima Torá cuanto el de un fallo judicial, tiene un contexto y un pretexto.
Y en el caso de lo que rodea al tema de los derechos humanos en nuestro país, el contexto de por sí ya es un pretexto, que debiera velar para que ningún genocida tenga el mismo derecho a la libertad del que goza cualquier ciudadano de a pie. Ninguna argucia legal puede justificar tamaño despropósito.
“Justicia, justicia perseguirás”, señala la Torá. Lo seguiremos haciendo.