La Voz del Interior

La producción y la venta de libros, en caída libre

La industria editorial local vive un momento difícil. Las mediciones a nivel nacional indican bajas en la cantidad de novedades y un derrumbe del 25% en el número de ejemplares publicados. Editores, libreros e imprentero­s cordobeses analizan la situación

- Demian Orosz dorosz@lavozdelin­terior.com.ar

El declive en las ventas y el aumento de los costos de producción son parte de un cóctel que preocupa y genera alarma en toda la cadena del libro argentino. Editores, libreros y dueños de talleres gráficos evalúan la situación con diversos grados de inquietud e imaginan cómo superar los problemas a través de distintas herramient­as, aunque todos coinciden en pintar un panorama difícil.

Un informe de la Cámara Argentina del Libro (CAL) le pone números a la situación que vive la industria. En 2016 se editaron 27.700 novedades, cifra que implica una baja del cinco por ciento respecto de 2015 y ubica la producción debajo de los niveles de 2013.

El derrumbe en la cantidad de ejemplares suena más dramático: de 2015 a 2016 cayó un 25 por ciento. Se pasó de producir 83,5 millones de ejemplares a 62,6 millones. En 2014, los ejemplares producidos fueron 128,9 millones, cifra que en 2015 cayó un 35 por ciento.

Los Lectores necesitan cuidar su dinero, se venden menos Libros. de eso resuLtó eL cierre de aLgunas Librerías. Martín Maigua, de Nudista está instaLada La idea de que Le quieren poner iva aL Libro, y con este gobierno podemos imaginarLo. Alejo Carbonell, de Caballo Negro hay grandes monopoLios, Lo que desfavorec­e a La edición LocaL. debería haber una reguLación. Tamara Sternberg, de El Emporio noto una baja en eL consumo no sóLo motivada por eL precio deL Libro, sino que mucho se debe aL panorama generaL. Rubén Goldberg, de Rubén Libros La caída fue deL 10% en eL año 2016; durante Lo sucedido en este 2017, se mantiene La misma incidencia negativa. Antonio Moro, de El Espejo

En Córdoba, que según el informe de la CAL representa el seis por ciento de la producción editorial de todo el país (Capital Federal concentra el 60 por ciento), se vive una situación similar.

“Es una etapa que genera mucha incertidum­bre y hay que estar alerta. La situación no es un hecho aislado, es consecuenc­ia directa de la política económica y del rumbo al que apunta el Gobierno nacional”, señala Martín Maigua, editor de Nudista.

“El creciente deterioro en la economía familiar y de cualquier persona trabajador­a no deja de afectarnos –añade–. Si los datos negativos siguen creciendo, el futuro de las editoriale­s, de las librerías y de los libros es muy preocupant­e. El detrimento lo sufren el lector, la sociedad y la cultura”.

Al igual que otros sellos locales, en Nudista se ven obligados a repensar los objetivos, reinventar­se y pilotear el temor a que las cosas se compliquen todavía más.

“Lo que afecta es la combinació­n de todas las medidas desafortun­adas puntuales para el sector (más libros importados, más caros los insumos, menos compras estatales), más el contexto general de crisis económica”, apunta Alejo Carbonell, editor de Caballo Negro, quien suma al cuadro la aparición de un “espíritu conservado­r” que tiende a la retracción.

“Si vos tenías un plan para publicar 10 títulos de mil ejemplares cada uno, terminás haciendo 500 ejemplares de seis títulos, por temor, o porque realmente no se puede”, ejemplific­a, y asegura que todo alienta “a ser conservado­r con los recursos, y, a la larga, con las ideas y los catálogos”.

La situación tampoco resulta alentadora para Juan Maldonado, de la librería El Aleph y editor de Alción, sello local de extensa trayectori­a que cuenta con dos mil títulos en su catálogo. “El alto costo de la impresión impacta en la industria de manera evidente. Basta saber que la impresión, encuaderna­ción y papeles superaron el 100 por ciento en los aumentos, precios que no han podido ser trasladado­s al valor de tapa. Los que sí han subido el costo son los libros de afuera, allí se notan el manejo de los importador­es y el beneficio que obtienen en detrimento de la industria local o nacional”.

Explosivo

“Un combo explosivo”, define Gabriela Halac a los factores que están impactando en la producción local. La editora de DocumentA/Escénicas, un sello cuyas tiradas no superan los mil ejemplares y cuyo volumen anual de novedades es pequeño, evalúa: “Sin dudas han caído las ventas de libros en un porcentaje que va del 30 al 40 por ciento, y ese mismo porcentaje ha subido el costo de producción. Esto no se tradujo en el precio de venta al público, sino que lo absorbimos editoriale­s. Agregado a esto, las editoriale­s chicas hemos crecido en los últimos años y estamos en una etapa compleja económicam­ente porque tenemos que afrontar la caída del sector con la velocidad e impulso con los que veníamos. Tenemos asumidos compromiso­s con libros de años anteriores que se están materializ­ando hoy, con una evaluación de costos muy diferente”.

Desde Báez Impresione­s, que trabaja con editoriale­s independie­ntes, relevan una reducción de las tiradas aunque el trabajo ha seguido ingresando al taller. “Sabemos que el sector editorial está en regresión, por las importacio­nes y porque han caído las ventas de libros”, señala Matías Báez. “Lo que produjo una disminució­n importante es que el Estado no está imprimiend­o libros para las escuelas y biblioteca­s. Una medida que beneficiar­ía al sector y a los talleres sería que se volviera a hacer libros en volúmenes importante­s por parte del Estado. Y a arancelar las importacio­nes”.

En librerías

La gravedad del momento que afronta el sector varía mucho según el tamaño de la empresa editorial a la que se le pida una evaluación, y según el lugar de la cadena que se observe.

Desde las librerías tienen su propia visión de la crisis. “El sector se encuentra en estado recesivo leve”, dice Antonio Moro, de la céntrica librería cordobesa El Espejo. “Desde 2011 en adelante comenzó el descenso del total vendido medido en pesos, que es mayor que el de la cantidad de ejemplares anuales”.

Moro enumera una serie de medidas implementa­das durante la última década que compensaro­n las caídas en las ventas y atenuaron el descenso, como las políticas de promoción de lectura implementa­das a través de programas estatales de aprovision­amiento de libros para biblioteca­s populares y universita­rias y las becas de adquisició­n para los programas de investigac­ión en secciones universita­rias.

Pero en 2016 y en 2017 la tendencia a la caída se acentuó, señala el librero. “Hemos valorado las caídas con promedios interanual­es del cuatro al ocho por ciento desde 2011 hasta 2015, y del 10 en 2016; durante este 2017 se mantiene la misma incidencia negativa.

Para Rubén Goldberg, de Rubén Libros, el escenario que afronta el sector está atado a una crisis más amplia de la actividad económica, pero se atreve a decir que “no es una situación de extrema gravedad que sí obliga a estar atentos”.

“Hoy el libro tiene grandes aliados. Hay una presencia real del libro en la vida cotidiana y los medios de comunicaci­ón”, señala, aunque reclama que son necesarias políticas de Estado.

“Córdoba ha dado un salto altamente positivo en lo que respecta a nuevos sellos que cubren una amplia gama en la temática litelas raria –con jóvenes autores–, que van de la narrativa a la poesía. No les resulta nada fácil moverse en un territorio muy poblado de nuevos títulos, pero esto no los desanima e insisten en publicar. No es un hecho menor y ello me produce orgullo cordobés”, cierra Goldberg.

Cifras

La Cámara Argentina de Publicacio­nes (CAP) también divulgó números. Según esta estadístic­a, entre 2015 y 2016 hubo a nivel nacional una caída del 15 por ciento en la producción, tanto de títulos como de ejemplares totales, y de un 12 en ventas del mercado privado de las editoriale­s comerciale­s.

Consideran­do además la caída de las ventas al sector público (en 2016 no hubo compras de literatura infantil para aulas y biblioteca­s), el retroceso se ubica en 25 por ciento.

Mientras que en 2015 el Gobierno nacional compró 8,60 millones de ejemplares por 570 millones de pesos, en 2017 se adquiriero­n 3,60 millones de ejemplares (en su totalidad libros de texto para la temporada escolar, pero nada de literatura) por 425 millones de pesos.

Los reclamos y el malestar del sector se hicieron escuchar en la reciente Feria del Libro de Buenos Aires, en cuya apertura el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, reconoció los problemas pero descartó que se viva una situación terminal.

Un anexo a El Libro Blanco de la Industria Editorial Argentina 2017, que la Cámara de Publicacio­nes presentó esta semana, señala que en el primer trimestre de este año el mercado de libros muestra niveles similares a los del mismo período de 2016. Es decir, las cifras siguen muy lejos de los valores de 2015 y acentúan la preocupaci­ón.

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Preocupaci­ón. Hace tiempo se produce una caída en los números de la industria editorial, pero se acentuó de 2016 a esta parte.
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