La Voz del Interior

De propalador a disc jockey, de los “asaltos” a Juan Boliche

Empezó a los 16 años con dos bandejas Winco. Fue disc jockey muchos años y terminó fundando una de las míticas discos cordobesas: Juan Boliche. 40 años haciendo bailar a los cordobeses.

- Juan Carlos Carranza jcarranza@lavozdelin­terior.com.ar

Alos 16 años, Rafael Giordano y su primo Héctor García, con dos bandejas Winco ensamblada­s en forma casera, dos tachos de aceite pintados con un foquito de luz adentro y tapado con papel celofán, debutaron como propalador­es de música en el subsuelo de la Galería Cinerama.

Fue el sábado 11 de junio de 1977, en el local de la Asociación de Dirigentes de Ventas y Comerciali­zación. “Se puede decir que ese fue nuestro debut ‘profesiona­l’”, dice Rafael y él mismo pone las comillas al término profesiona­l.

“Nosotros veníamos poniendo música en los clásicos ‘asaltos’ en casas de familia. Pero aquél día encaramos más seriamente el asunto. Fue para una fiesta de la Escuela Manuel Belgrano, de la que soy egresado. Esa misma tarde armé los tachos de luces, mi primo tenía los discos de vinilo y el equipo. Eran dos tocadiscos Winco ensamblado­s en un especie de sarcófago, un amplificad­or y dos bafles. Todo salió bien, por suerte. Al menos, no nos cascotearo­n ni nos cortaron la luz”, recuerda.

En aquél entonces, Giordano ni se imaginaba que siete años más tarde iba inaugurar su propia discoteca, el mítico Juan Boliche.

“Después de aquel debut, seguimos haciendo cumpleaños de 15, algún casamiento. Era lo que había, no mucho más. En el verano de 1979 hicimos propalació­n fija en la disco Torre Molinos, donde las escuelas hacían eventos para recaudar fondos. Ahí estuvimos un par de años, siempre con mi primo. En los ’80 ya teníamos mejores bandejas, mezcladore­s y luces”, dice.

Sin darse cuenta, Rafael pasó de propalador a disc jockey (hoy, DJ). Siguió poniendo música en locales de Nueva Córdoba y el Cerro de las Rosas, como Theos y El Altillo. “A esa altura ya estaba solo”, acota.

En 1981 ingresó a la Facultad de Ciencias Económicas (“Duré un ratito nomás”). Al año siguiente trabajó en Barbus, pero cerró al poco tiempo. Anduvo luego poniendo música en otros lugares, hasta que llegó el tiempo de Juan Boliche.

Juan Boliche

La génesis de Juan Boliche fue muy particular. “Una tarde salimos a dar una vuelta con unos amigos por la zona de la avenida Donato Álvarez. En aquél entonces funcionaba Fly Disco. “Era el año 1983, tenía 23 años. Éramos cuatro socios, mi primo, yo y dos chicos más. Salimos a dar una vuelta y cuando nos estábamos volviendo, entramos en una calle y fuimos a ver una propiedad donde había funcionado el boliche La Luna. En rigor, era una casa de un loteo de los años 60, un típico chalé con tejas coloniales”, relata Rafael.

Al principio, el dueño de la propiedad, Alejandro Gaggino, no quería saber más nada con alquilarla para boliche. “No sabés lo que tuvimos que laburar para abrirlo. Es más, el día de la inauguraci­ón nos faltaban muchos detalles, pero igual abrimos el sábado 18 de noviembre de 1983”, recuerda Giordano con orgullo.

“¿Por qué Juan Boliche? Por el tema de Piero. A eso Piero lo sabe y nos mandó una dedicatori­a. Falta que algún día venga a Córdoba a conocerlo. Juan Boliche es desde el primer día el tema que cierra la noche”, señala.

En aquél entonces, Juan Boliche debió competir con el boom de Nueva Córdoba y la masiva irrupción de los estudiante­s universita­rios. También fueron tiempos difíciles para las discotecas de la ciudad de Córdoba, cuando el municipio resolvió que debían cerrar a las cuatro de la madrugada. En ese momento, surgió la Cámara de Bolicheros de la que Rafael Giordano fue presidente.

En 1997, fundó el boliche Carreras cuando la zona de barrio Chateau Carreras se puso de moda. “En 1999 estaba fundido –cuenta–. En ese tiempo sólo estabas con Juan Boliche. En 2001 no podía pagar el alquiler y mucho le debo al aguante que me tuvo Juan Gaggino. Para que te des una idea, en aquella época iban 50 personas un sábado, en un lugar para 400. Los clientes me pedían que no cerrara”.

Pero en 2003 la suerte empieza a cambiar con el despunte del negocio de los casamiento­s, cumpleaños y fiestas de 15. “Juan Boliche se transformó en salón de fiestas los viernes y boliche los sábados”, cuenta.

“Juan Boliche y sus clientes crecieron juntos. Por lo tanto, es una disco para gente de más de 30 años. Mantengo la distribuci­ón original, la pista, las gradas. Le pusimos mucho el corazón acá adentro”, finaliza.

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(FACUNDO LUQUE / ARCHIVO)

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