Más vueltas al mismo torniquete
Cada vez que compramos una gaseosa, galletas o un kilo de carne, entre 40 y 50 por ciento de lo que pagamos se lo lleva el Estado en sus tres niveles: municipal, provincial y nacional. Así se desprende de los análisis que regularmente difunde el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) sobre la carga tributaria. Al mismo tiempo, la mitad del precio de la nafta son gravámenes. Similar al 54 por ciento de impuestos que incluye el costo de un cero kilómetro.
La Unión Industrial Argentina (UIA) calculó en diciembre pasado la presión fiscal total, incluyendo las tasas de los municipios, en 34 por ciento del PIB (producto interno bruto). Casi igual al 34,4 por ciento que registran los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde).
Con una sutil diferencia: en esos lugares –Canadá, Suecia, Estados Unidos, Reino Unido o Chile, el único sudamericano– algunos de los servicios que reciben a cambio los ciudadanos tienen un estándar difícil de encontrar en Argentina.
El Primer plano de hoy muestra otro aspecto de ese circuito que afecta directamente a los usuarios que, al pagar la electricidad, el agua o el gas, están aportando 30 por ciento en impuestos y tasas.
La difusión de este tipo de informes choca siempre con las mismas preguntas: ¿cuál es la calidad de esos servicios que recibimos? ¿Cómo hacemos, al mostrar estos números, para mantener la fe en un sistema impositivo indispensable para que un municipio, una provincia o un país funcionen? ¿Cómo canalizar la furia de un almacenero que paga 30 mil pesos en la factura de Epec, 7.500 de los cuales son carga tributaria? ¿Qué pasa con los mecanismos de control? ¿Cómo se hace para que tanto reclamo tenga respuestas?
Para colmo, más que la novedad por los números que se muestran, lo que sorprende es la recurrencia de estas situaciones, que nunca se modifican en la estructura, más allá de la etiqueta ideológica de quienes gobiernan.
¿CÓMO HACEMOS PARA MANTENER LA FE EN UN SISTEMA IMPOSITIVO INDISPENSABLE PARA QUE UN MUNICIPIO, UNA PROVINCIA O UN PAÍS FUNCIONEN?