Noah, del skate al Cirque du Soleil
Es el protagonista central de “Sép7timo día”, que llega a Córdoba.
Noah Nielsen está cansado. Después de terminar las funciones de
Sép7imo día en el Luna Park, hizo un viaje fugaz para conocer la Patagonia y recién aterriza en Córdoba. Así que tiene pensado bajar un cambio hasta que empiecen las funciones en el Orfeo y, si le queda algo de tiempo, recorrer la ciudad. “Quiero ir a conocer los museos, es mi mejor manera de experimentar una ciudad. Ver algo de música en vivo y chequear la movida de skate de acá”, comenta uno de los protagonistas de la obra del Cirque du Soleil, que celebra el legado de Soda Stereo.
Su participación en la obra es central. Allí interpreta a L’Assoiffé, un joven que descubre un nuevo mundo gracias a la música de Soda, un viaje sensorial que lo hará realizar acrobacias y malabares durante buena parte del espectáculo. Como un Wolverine circense, se recupera rápido de su cansancio, Nielsen retoma su energía habitual y se dispone a hablar de varios asuntos. Por empezar, su pasión por el skate.
“Crecí andando en skate .En realidad, soy un gran fan de los deportes freestyle, como skate, esquí y biking. Son disciplinas que implican mucho ensayo y error, fallas, y tienen objetivos y trucos específicos. El Cirque para mí también es eso: desarrollar tus habilidades y ejecutar cosas a tu manera, con nuevos elementos artísticos. Para mí, fue una transición obvia, si lo miro desde afuera”. –¿Cómo es tu ciudad de origen? –Crecí en Vermont, que es donde
me introduje a la cultura circense. Había un espectáculo que llegaba todos los veranos, el Circus Smirkus, que fue mi primera experiencia con circos. Y terminó siendo mi primera experiencia en una compañía también, porque a los 15 años comencé a trabajar con ellos, después de una audición. Cuando estuve con ellos, fue cuando me di cuenta de que quería dedicarme a eso profesionalmente. De ahí fui a la escuela de circo; y, de ahí, al Cirque. –¿Te resultó inspiradora la música de Soda Stereo?
–Sí, claro. No conocía nada de Soda Stereo antes de este trabajo. Ahora siento que conozco un montón (risas). Me gusta cada vez más la música de Soda, y espero que eso siga. Definitivamente, me convertí en un fan más. –¿Cómo te trató Buenos Aires? ¿Qué cosas hiciste?
–Venir de un pueblo pequeño de siete mil habitantes a Buenos Aires fue una gran transición para mí. La ciudad es enorme. Para andar en skate es genial, de hecho. Algo interesante del skate es la similitud con hacer malabarismos. Son muy parecidos en varios aspectos: es necesario romper los límites de la creatividad y sorprender con cosas nuevas. Es movimiento e interacción del cuerpo con un objeto. El skate es con los pies, malabarismos con las manos, pero en los dos casos involucra al cuerpo. Volviendo a lo que me preguntás, me encantó Buenos Aires, la gente es superenérgica. –¿Cómo administrás la energía en los shows?
–Te diría que mi forma de vivir nunca pasa por pensar que tengo un banco de energía que tengo que administrar. No sólo en un show. Siempre entrego lo más que puedo y me mentalizo que es posible. Es la idea, al menos.