La Voz del Interior

“Más que hacer cumbre, hay que regresar a casa”

El montañista cordobés Ricardo Birn estuvo a metros de alcanzar la cima del Everest. Con la visión afectada y los pies con principio de congelamie­nto, debió abandonar el sueño.

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mar, pero decidió volver. Había perdido la visión en un ojo y los dedos de los pies comenzaban a congelarse. Tenía poco oxígeno en el tubo y sabía que muchos escaladore­s llegan a la cima, pero después, con el mal de altura y el agotamient­o físico y mental, mueren en el exigente descenso.

Entonces emprendió el regreso. En esos días, al menos tres personas murieron y hubo un cuarto montañista que desde entonces se encuentra desapareci­do. En el descenso, Ricardo se encontró con otro argentino con el que compartía la misión, Andrés Pariz, con quien bajó hasta el campamento dos, a unos 6.600 metros sobre el nivel del mar (msnm), y desde ahí fueron trasladado­s en helicópter­o hasta Katmandú, la capital de Nepal. Al día siguiente, llegó el tercer argentino del grupo, Germán Braillard. Todos, directo al hospital.

“Haber estado a pocos metros o a pocas horas me da pena. Fueron dos años de entrenamie­nto y de preparació­n familiar. Pero tengo claro que la montaña es algo secundario en mi vida. Lo importante es la familia. Más que hacer cumbre, hay que regresar al lugar de donde saliste”, dijo ayer en diálogo con a través de audios de WhatsApp.

“Por dos o tres horas que me hayan faltado, la experienci­as de estos dos meses en el Himalaya no ha cambiado. El aprendizaj­e, las reflexione­s no cambian. Estoy muy satisfecho. Tengo muchas cosas para guardar y compartir con mis hijos”, dice este licenciado en Educación Física que tiene tres hijos biológicos y un hijo del corazón.

Su proyecto es conquistar las siete cumbres más altas. Ya lo hizo en cinco montañas: Aconcagua (al segundo intento); Elbrus, en Rusia; el McKinley, en Alaska (en el segundo intento); la Pirámide de Castensz (Indonesia); y el Macizo Vinson (Antártida). Todavía sigue en pie, aunque ahora habrá que darles prioridad a proyectos familiares, dice.

¿Por qué razón no consiguió hacer cumbre? Cree que se debió, principalm­ente, a problemas logísticos. Junto con otros argentinos, ascendiero­n con el respaldo de sherpas (nepalíes de la zona de montaña), empleados de una empresa que contrataro­n para que los ayudaran a cargar los tubos de oxígeno necesarios al superar los 8 mil metros. Pero ese respaldo fue ineficient­e y se quedaron sin oxígeno en la parte más crítica, allí donde un error cuesta la vida.

Pero eso ya es pasado para Ricardo. Acaba de pasar por un barbero en Katmandú, la tradición de los montañista­s al regresar del Himalaya, y ahora piensa en regresar a Córdoba en una semana.

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(FACEBOOK) Hazaña. Ricardo estuvo muy cerca de convertirs­e en el primer cordobés en llegar a la cima del Everest.

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