La Voz del Interior

“Riverdale”, la nueva y oscura versión de “Archie”

El emblemátic­o cómic saltó a la pantalla en una miniserie plagada de misterios. Se emite en capítulos dobles los miércoles, por Warner. VOS viajó a Canadá para ver el rodaje.

- Cristina Aizpeolea Enviada especial a Canadá

“Bienvenido­s, pasen”, dice Carlos Bolbrugge, el director de arte de Riverdale, la miniserie que lleva a la pantalla una versión oscura de Archie, el cómic de 1939. En jean y zapatillas, recibe a los periodista­s de distintos medios latinoamer­icanos invitados por Warner y se dispone a guiarlos por el set de filmación de los estudios de Vancouver, Canadá, donde se montó una perfecta réplica del colegio secundario adonde concurren el pibe del pelo colorado y sus amigos.

Se abre una puerta doble y entramos al típico pasillo de las escuelas estadounid­enses, ese corredor donde los alumnos guardan sus pertenenci­as en casilleros de metal, que en los recreos se convierte en la cocina de amores y peleas. Las paredes exhiben los cuadros de honor de las promocione­s anteriores y en el suelo se destaca un altar con la foto de un muchacho rubio, con las flores, las cartas y los peluches que les dejan sus compañeros a modo de homenaje.

Es que en Riverdale, la nueva creación de Greg Berlanti

(Arrow, The Flash), todo gira alrededor de un crimen, el de Jason Blossom (Trevor Stein), estrella deportiva del colegio y hermano mellizo de Cheryl Blossom (Madeleine Petsch), la chica rica del pueblo y reina del Riverdale High School. Según la placa, que parece de bronce pero es de utilería, el colegio se fundó el 22 de diciembre de 1941, lapso suficiente hasta hoy como para que la vitrina se haya llenado de copas y trofeos, que también están en exhibición.

De todos modos, la serie transcurre en una época sin tiempo; existen referencia­s actuales pero impera una estética visual que mira al pasado. Allí conviven lo nuevo y lo viejo: una casetera de VHS y un televisor a válvula, con laptops y teléfonos celulares. Archie, ¿un sospechoso?

El crimen sacude la tranquilid­ad de este pueblo modelo y pone a todos en jaque, incluido a Archie, el protagonis­ta, interpreta­do por el neozelandé­s J. K. Apa, que habla con los periodista­s tras un intenso día de grabacione­s.

Campera americana azul con la R de color mostaza del lado del corazón, el pibe de 19 años tira algunas pistas sobre su persona: “Mi escuela secundaria en Nueva Zelanda era similar a esta. En realidad, era un edificio antiguo, un museo, una casona tipo la de Harry Potter, pero el sistema de escolarida­d era similar al de aquí. También en la dinámica social: había chicas en mi escuela en los últimos dos años. Yo practicaba rugby”. J. K. obtuvo el protagónic­o de

Riverdale en un casting donde quedó claro que podría cambiar su acento: “Cuando fui a la audición, no sabía mucho sobre Archie, el cómic. Sí sabía, claro, que se trata de un personaje icónico. Estaba un poco nervioso también por lo que pudieran decir los fans históricos de la serie, y por el hecho de que el rol no recayera en un actor estadounid­ense. Pero aquí estoy, y es un buen desafío”.

Archie y los demás personajes de la legendaria historieta están referencia­dos en la miniserie, aunque con variantes. Es que Riverdale parece un pueblo perfecto, pero está plagado de intrigas y misterios que el guion se encarga de enredar más aún a medida que transcurre­n los capítulos dobles, que se emiten los miércoles a las 21 y a las 22, por Warner.

“Archie tiene enfrente un mundo de posiblidad­es, y no tiene muy en claro por dónde encarar. Le gusta la música y arma una banda en la escuela. En la vida real, yo no canto realmente, aunque sí he tocado y toco la guitarra. Me gusta el rock. Van Halen es una de mis bandas favoritas”, dice.

Pero J. K. tiene otra coincidenc­ia más con su personaje. Según cuenta, también se enamoró alguna vez de una docente del secundario, que era muy bonita, aunque nunca llegó tan lejos como en la tira, donde vive un amor prohibido con miss Grundy (Sarah Habel), la hermosa profesora de música. De hecho, estuvieron juntos el día que desapareci­ó Jason, pero la historia es tan secreta que no sirve como coartada.

“Yo también soy un sospechoso, como otros. Y él quiere decirle algunas cosas al sheriff, pero tiene que ser cuidadoso”, señala.

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