Temer defiende un Gobierno que opositores y aliados ya ven caído
Por fuertes críticas, revocó su decisión de militarizar Brasilia. El PT busca elecciones directas; y el PSDB, un sucesor de transición.
El presidente de Brasil, Michel Temer, cuya popularidad fue cifrada en una encuesta en apenas un cinco por ciento, y sobre quien se acumulan pedidos de juicio político en el Congreso, dio ayer marcha atrás y dejó sin efecto su polémico decreto con el que el miércoles había ordenado movilizar a 1.500 militares para controlar edificios públicos en Brasilia.
La decisión de desplegar el Ejército en la capital del país por al menos una semana fue uno de los últimos pasos en falso del mandatario, jaqueado desde que la semana pasada se divulgaron grabaciones de empresarios de la carne que lo pusieron en el centro de una trama de corrupción.
Las denuncias y los inmediatos pedidos de dimisión, que el mandatario rechazó el pasado fin de semana en dos ocasiones, siguieron creciendo en los últimos días y se potenciaron tras la represión y los graves incidentes ocurridos anteayer en Brasilia, al cabo de una marcha que reunió a unas 200 mil personas (50 mil según la policía) en demanda de elecciones directas inmediatas en el país.
Un herido de bala por la Policía del distrito federal, que fue filmada disparando armas de fuego y no de disuasión en la manifestación, seguía anoche internado con ayuda de respirador mecánico, tras haber arribado con un tiro en el rostro.
Al día siguiente del “incendio” de varios ministerios en Brasilia y presionado tanto por aliados como por opositores, Temer dejó sin efecto su polémico decreto, mientras en el Congreso subían las apuestas acerca de que el 6 de junio podría ser un día clave para su continuidad o su caída. En esa fecha, podría ser destituido por la Justicia electoral.
En este contexto, la Orden de Abogados de Brasil (OAB) presentó el 13° pedido de juicio político contra el gobernante en una semana, a raíz de la investigación que le abrió el Supremo Tribunal Federal (STF) luego de que el jefe de Estado fue grabado cuando al parecer avalaba sobornos a diputados, jueces y fiscales relatados por el empresario Joesley Batista, dueño del gigante frigorífico JBS.
La relativa calma que ayer tenían las calles de Brasilia, no tenía eco en el Palacio del Planalto y en el Congreso, donde las negociaciones para elegir un sucesor por consenso del actual mandatario consumían las horas en los pasillos y oficinas.
La pregunta ayer en la Cámara de Diputados y en el Senado era si Temer sigue teniendo condiciones para gobernar.
“Hay que respetar una transición constitucional (con elecciones indirectas) porque Temer perdió las condiciones de gobernabilidad”, dijo Carlos Sampaio, titular del bloque del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) en la Cámara Baja.
El PSDB, partido fundado por el expresidente Fernando Henrique Cardoso y sustento del actual Poder Ejecutivo de la mano del suspendido senador Aécio Neves, otro imputado por las delaciones y filmaciones de JBS, ha lanzado dos candidatos para suceder a Temer como presidente “tapón” hasta el 31 de diciembre de 2018. Uno de ellos es el senador y exgobernador del estado de Ceará Tasso Jereissati y otro el propio expresidente Cardoso (1995-2003).
“A mí no me miren; tengo 85 años”, dijo Cardoso, quien respaldaba a Temer desde que el PSDB se convirtió en aliado del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), y propició la caída de la expresidenta Dilma Rousseff, destituida por el Congreso el 31 de agosto pasado.
También expresó su negativa como eventual “presidenciable” de transición el ex juez de la Corte Nelson Jobim, quien también ocupó ministerios en los gobiernos de Cardoso, de Luiz Inácio Lula da Silva y de la propia Dilma.
Otra de las versiones que circulaban ayer con insistencia era la de conversaciones en busca de un acuerdo entre Cardoso, Lula y el también expresidente José Sarney, exlíder del PMDB.
Pero en la tarde, vocero del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y Dilma desmintieron esas negociaciones y reiteraron la postura en favor de una enmienda constitucional que permita el llamado a elecciones directas.
Según establece la Constitución brasileña, al haberse cumplido más de la mitad del mandato de Dilma, que continúa Temer, si este renunciara o fuera destituido, debería ser reemplazado por alguien que elija el cuestionado Congreso actual.