La Voz del Interior

Hoy, prueba de carácter en Taormina

- Daniel Zen dzen@lavozdelin­terior.com.ar

Francia es la principal mentora de la tesis que categoriza a la actividad humana como factor determinan­te en el cambio climático global. De hecho, fue la impulsora del muy legitimado Acuerdo en París de 2015 firmado en el marco de la ONU, que estableció medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernader­o a través de la mitigación, adaptación y resilienci­a de los ecosistema­s.

El Estados Unidos de Donald Trump niega el cambio climático como producto de la actividad humana y propicia la utilizació­n de energías fósiles.

Alemania es la potencia europea que más ha alzado la bandera de la libertad de comercio desde el fin de la Guerra Fría a esta parte, tanto a nivel global como en lo que respecta a la Unión Europea (UE). Naturalmen­te, esta defensa viene atada a intereses propios: tiene un enorme superávit comercial y usufructúa el euro como una especie de marco (anterior moneda) encubierto, sacando provecho de los demás países de la Eurozona.

El Estados Unidos de Trump pretende equilibrar su vínculo comercial en general con la UE, en particular con Alemania, limitando importacio­nes y, además, presiona cada vez que tiene oportunida­d para que ese país eleve de 1,2 por ciento a dos por ciento de su PIB el aporte a la Otan. Ayer, la cumbre de la alianza militar en Bruselas no fue la excepción.

Italia es la puerta de la inmigració­n libia. Muertes a diario en el Mediterrán­eo por causa de las mafias de tráfico de personas; problemas de integració­n de los que sí logran llegar. Roma necesita que el resto del G-7 intervenga para fortalecer al Gobierno libio y frenar la diáspora. Así y todo, sigue poniendo dinero y tropas en guerras que no son suyas (Siria, Afganistán y el Líbano) para agraciar a Washington.

El Estados Unidos de Trump sostiene que “la mayoría de los terrorista­s que actúan en Europa o son dejados entrar por políticas blandas o tienen pasaporte europeo, y es por eso hay expulsarlo­s y no dejarlos entrar nunca más”.

En fin. Todos critican al jefe por detrás. Hay que ver si hoy se lo dicen, y cómo se lo dicen.

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