La Voz del Interior

Expertos van contra las gaseosas

Pediatras y nutricioni­stas apoyan la limitación del consumo de azúcar, pero apuntan en especial a las bebidas dulces. Advierten de que es necesario reducir la ingesta, y de que se tomen en forma excepciona­l.

- Marcela Fernández mfernandez@lavozdelin­terior.com.ar

Sobrepeso, obesidad, diabetes, caries y enfermedad cardiovasc­ular son algunas de las consecuenc­ias que acarrea el consumo excesivo de azúcares. En la Argentina, una de las principale­s fuentes de esa ingesta por encima de los límites saludables son las gaseosas.

Por eso, nutricioni­stas y pediatras cargan en forma directa contra el consumo de esas bebidas, en especial durante la niñez.

“Por su alto contenido en azúcares, las gaseosas son ‘golosinas líquidas’ que, como tales, sólo deberían ser consumidas en forma excepciona­l por los niños, y también por los adultos”, sostuvo la pediatra y docente de la Escuela de Nutrición de la UNC Raquel Furnes. “Además, son calorías vacías que no aportan cualidades nutriciona­les para el crecimient­o, sino que sólo suman lípidos, es decir grasas”, señaló.

Para Enrique Orschanski, docente de la cátedra de Clínica Pediátrica de la UNC, “el consumo de gaseosas en los chicos es el pecado más grave desde el punto de vista nutriciona­l que está cometiendo nuestra generación”.

“Por un lado, porque acostumbra­n al paladar infantil al gusto dulce y gasificado, y ese acostumbra­miento conduce a la adicción, o sea a la necesidad de cantidades crecientes de la misma marca de gaseosa”, advirtió, y aseguró que la obesidad infantil tiene relación directa con la ingesta de gaseosas.

“Pero, además, sustituye saciedad, es decir que desalienta la ingesta de alimentos nutritivos, y el organismo del niño no recibe lo que necesita para crecer”, alertó.

Y también dijo que la gaseosa, a diferencia del agua, no hidrata sino deshidrata.”Le quita agua al cuerpo porque toda esa azúcar requiere ser diluida con algo”. Trastornos digestivos y del humor, mal dormir y baja del rendimient­o escolar son algunos de los problemas que eso conlleva, explicó.

“Por eso, en una primera etapa, cada familia debería reducir a la mitad el actual consumo de gaseosas, para llegar a una ingesta excepciona­l y controlada”, dijo.

Una investigac­ión de la Federación Interameri­cana del Corazón (FIC) argentina de 2014, que incluyó 184 bebidas dulces, determinó que las gaseosas lideran la lista en el contenido de azúcar: así, una botella de 600 mililitros aporta un promedio de 65 gramos de azúcares, mientras que un solo vaso de gaseosa tiene 21,9 gramos. La OMS, a su vez, recomienda no más de 50 gramos en total al día.

Para Susana Zelada, presidenta del Colegio de Nutricioni­stas de Córdoba, la provincia y la ciudad deberían avanzar hacia una legislació­n que desaliente el consumo de bebidas azucaradas, con tasas o impuestos que encarezcan estos productos. “Es mucho más perjudicia­l para la salud un vaso de una gaseosa que uno o dos sobres de azúcar con una infusión”, dijo.

La especialis­ta también instó a que se trabaje sobre la relación entre precio y volumen de las bebidas y los snacks: “Hay muy poca diferencia entre una gaseosa chica y una de un litro y lo mismo pasa con los snacks, y eso alienta a que el consumidor elija el mayor volumen”, advirtió.

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