La Voz del Interior

La torta que el Suoem devora

- Gastón Massimino* *Abogado, especialis­ta en derecho tributario

En los últimos 15 años, se incrementó de forma notoria el presupuest­o de la ciudad de Córdoba: se multiplicó por 50.

Para tener una dimensión de lo expresado, en 2003 el presupuest­o ascendía a 400 millones de pesos (Luis Juez era el intendente); en 2007, a 870 millones (Daniel Giacomino, ordenanza 11.177); en 2011, a 2.800 millones (primer mandato de Ramón Mestre, ordenanza 11.902); en 2015, a 9.300 millones (segundo mandato de Mestre, ordenanza 12.378), y el actual se estima en 20 mil millones.

Es decir, los ingresos tuvieron una explosión en pesos del orden del 5.000 por ciento en una década y media, frente a una inflación de aproximada­mente 1.500 por ciento, según el Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (Indec) y consultora­s privadas en igual período.

La expansión –no sólo nominal– de los recursos presupuest­arios tuvo como causa la inflación, pero también fue debido a una presión fiscal asfixiante, a través de la actualizac­ión de valuacione­s y montos imponibles en tasas y contribuci­ones municipale­s, acompañada por un aumento de la actividad económica en el segundo lustro de la década pasada, lo que generó mayores remesas desde la órbita nacional y provincial por coparticip­ación.

En paralelo, si lo traducimos a dólares, el presupuest­o de la ciudad de Córdoba fue de 135 millones en 2003; de 335 millones en 2007; de 560 millones en 2011; de 740 millones en 2015, y de 1.270 millones en 2017, un crecimient­o exponencia­l del 950 por ciento.

Sea en pesos o en dólares, la torta por repartir multiplicó su tamaño de manera considerab­le. Para el vecino ciudadano –que paga impuestos tasas y contribuci­ones– surge la pregunta obligada: ¿tal situación fue beneficios­a y se vio reflejada en una ciudad ordenada, inclusiva, limpia, que devuelve los ingresos en más obras y mejores servicios? La respuesta es no, ya que no se aprovechó la billetera gorda o el viento de cola para modificar las prioridade­s en cuanto al destino del gasto.

La porción más grande de la torta sigue siendo devorada por el rubro personal, que se lleva el 65% del total de los recursos. La sigue el 18% correspond­iente al servicio de recolecció­n de basura, un 7% de subsidios al transporte, un 5% de servicios y amortizaci­ón de la deuda (una verdadera bomba en construcci­ón) y un 3% de obra pública (pavimento, bacheo y cordón cuneta).

Con el saldo y el déficit crónico, funciona un municipio inviable, en estado vegetativo.

A pesar de esto, es positiva la decisión del intendente de respetar la normativa de gobierno abierto y de acceso a la informació­n pública y publicitar los datos de los agentes municipale­s y sus remuneraci­ones.

Pero considero que se trata de una etapa preliminar, previa, y que se requiere avanzar a un estadio posterior de penetració­n, drástico y profundo, que es el de modificar el destino de las partidas presupuest­arias, asignando prioridade­s de gasto a los efectos de lograr y pensar en una urbe de futuro, a la que se admire, que contenga y no expulse, que no distinga entre ciudadanos de primera y segunda, y que vuelva a provocar un enamoramie­nto del cordobés con su ciudad.

NO SE APROVECHÓ LA BILLETERA GORDA O EL VIENTO DE COLA PARA MODIFICAR LAS PRIORIDADE­S EN CUANTO AL DESTINO DEL GASTO.

LA PORCIÓN MÁS GRANDE DE LA TORTA SIGUE SIENDO DEVORADA POR EL RUBRO PERSONAL, QUE SE LLEVA EL 65% DEL TOTAL DE LOS RECURSOS.

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(PEDRO CASTILLO / ARCHIVO) Rubén Daniele. El combativo líder del sindicato de empleados municipale­s.
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