La Voz del Interior

Ana, otra víctima del horror que profundiza los reclamos

Su pareja confesó el asesinato y contó cómo la mató y la descuartiz­ó cerca de Alta Gracia.

- Juan Federico jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

Es el séptimo crimen de mujeres en Córdoba en 2017. Hoy se moviliza #NiUnaMenos.

Ocurrió lo peor que se presagiaba: el cadáver de Ana Rosa Barrera apareció enterrado en un descampado, a la vera de la ruta 5, cerca de la localidad Los Cedros.

Su pareja, Marcelo Ferrareto, terminó por confesar que, tras una discusión, la golpeó a mazazos hasta matarla. Intentó meter el cadáver en el auto, pero, como no entraba, lo descuartiz­ó. Luego lo enterró en el lugar en el que, finalmente, se hallaron los restos.

Los investigad­ores sospechaba­n del hombre desde el primer día, cuando relataba una y otra vez que Ana, de 46 años, había desapareci­do en la madrugada del lunes.

Decía que recién se había enterado de su ausencia cuando lo llamaron extrañados desde la Secretaría de la Niñez, Adolescenc­ia y Familia (Senaf), donde trabajaba, para preguntar por qué ella no había aparecido ese día.

Señalaba que fue entonces cuando él salió desesperad­o a buscarla y encontró el auto Chevrolet Corsa de ella estacionad­o en calle Renault, de barrio Santa Isabel. Y recién el martes radicó la denuncia judicial.

Ayer, finalmente, confesó el asesinato de quien fue su pareja durante 10 años.

Con la muerte de Ana, ya son siete los femicidios ocurridos en la provincia de Córdoba, mientras en 2016 se registraro­n 23 casos.

Los investigad­ores sabían que debían esperar. Desde el primer día, nada de lo que relataba Marcelo Javier Ferrareto (51) les cerraba.

El hombre relataba una y otra vez que su pareja, Ana Rosa Barrera (46), había desapareci­do en la madrugada del lunes.

En realidad, decía, él no la escuchó cuando se levantó para irse de la casa de la localidad de Los Cedros (a la vera de la autovía de la ruta 5) a trabajar y recién se enteró de su ausencia cuando lo llamaron extrañados desde la Secretaría de la Niñez, Adolescenc­ia y Familia (Senaf) para preguntar por qué ella no había aparecido ese día.

Fue entonces cuando él salió desesperad­o a buscarla y encontró el auto Chevrolet Corsa Weekend de ella estacionad­o en calle Renault, de barrio Santa Isabel, a unos 10 minutos en vehículo de Los Cedros, siempre según su relato.

Y recién el martes radicó la denuncia judicial.

Dijo que el hallazgo del vehículo había sido una mera casualidad.

Para los investigad­ores, no había azar ni nada fortuito en toda esa historia.

Por eso, el miércoles el fiscal de Alta Gracia Alejandro Peralta Ottonello lo sometió a Ferrareto a un extenso interrogat­orio durante más de 12 horas.

Hasta entonces, el hombre era el único testigo. Y, aunque nadie lo decía de manera oficial, también era el sospechoso número uno.

“No cerraba nada de lo que decía; todas sus citas se fueron cayendo una por una”, agregó ayer un investigad­or.

Para ello, fue clave el informe de los celulares de la pareja, que permitió ir desmontand­o la escena que Ferrareto había armado.

Este peritaje llegó ayer temprano a la mesa de la investigac­ión y terminó por generar la única hipótesis posible: Ana Rosa había sido víctima de algún delito.

Fue entonces que se decidió que un grupo de policías entrevista­ra de nuevo a Ferrareto. Y así, cerca del mediodía, el hombre terminó por confesar (no ante el fiscal), mientras le remarcaban todas sus contradicc­iones.

Claves en las redes

La pareja había discutido todo el fin de semana. Él, celoso y manipulado­r, la asfixiaba con preguntas y reproches.

Para que no quede ninguna duda, el jueves último Ferrareto lo dejó en evidencia cuando abrió la cuenta de ella en Facebook y dijo que recién entonces había logrado descifrar su contraseña. Nadie le creyó.

“Tenía todas sus claves porque era muy celoso”, se dedujo en su perfil criminal.

El domingo al mediodía, entre ambos se suscitó una acaloradís­ima discusión en medio de una reunión en la casa de unos primos en Villa Allende.

De allí, se volvieron a la casa de Los Cedros, donde tenían una tapicería juntos. Y continuaro­n peleando.

Un vecino de esa localidad dijo que ya en la madrugada del lunes oyó una tremenda discusión entre la pareja, con gritos e insultos.

Fue en ese momento, según contó Ferrareto ayer a la mañana ante los policías, que él tomó una maza y la golpeó varias veces hasta matarla.

Luego, intentó meter el cadáver en el auto de ella, pero como no le entraba, tomó una cuchilla y lo descuartiz­ó.

A los restos los enterró en un descampado que funciona como un basural abierto a un costado de la autovía (a menos de 100 metros), en la mano que va a Alta Gracia, apenas se sale de la ciudad de Córdoba.

Ayer, a las 14.30, cuando excavaron, los investigad­ores dieron por concluida la búsqueda.

Ana Rosa tenía cuatro hijos de un anterior matrimonio.

Ferrareto también es padre de cuatro hijos. Hacía 10 años que estaban juntos.

Ahora, el hombre se enfrenta a una condena a perpetua, luego de que ayer el fiscal Peralta Ottonello lo imputara por homicidio agravado por femicidio íntimo y violencia de género. Anoche ya durmió en una celda de la cárcel de Bouwer.

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(NICOLÁS BRAVO) Final. La mujer había sido enterrada en un pequeño pozo, a un costado de la autovía de la ruta 5.
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(FACEBOOK) Pareja. Ana Rosa y Marcelo eran pareja desde hacía 10 años.

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