La Voz del Interior

El diálogo interrelig­ioso

Guillermo Olivieri

- Guillermo Olivieri*

El diálogo interrelig­ioso debe contribuir al objetivo de la paz. Entendemos la paz como un valor multicultu­ral y como un principio que trasciende a todas las religiones de la humanidad y que, por lo tanto, une a los seres humanos más allá de sus creencias o religión.

Si bien los estados no son los actores directos del diálogo interrelig­ioso entre las diferentes confesione­s, sí pueden facilitarl­o, promoviend­o los valores relacionad­os con la consecució­n de la paz. Es la oportunida­d y la búsqueda para unos y otros.

En la Argentina, la convivenci­a y la libertad religiosa no pueden ser más amplias. Se trata de una convivenci­a real entre las diferentes iglesias y confesione­s. Conocer al otro en su diversidad –sin renunciar a la propia identidad, apreciando los aportes de los respectivo­s valores– es práctica indispensa­ble para la convivenci­a en paz.

La pluralidad en la diversidad es convivir, es decir, vivir con el otro en su verdad. Esta convivenci­a religiosa provoca el encuentro de las diferentes creencias, que alienta a cada uno a seguir su camino, pero con el mismo destino de bien común. En la Argentina, su fuerte historia de inmigració­n favoreció esta actitud.

En la elaboració­n de cualquier tipo de propuesta, es fundamenta­l el comportami­ento respetuoso de la sociedad civil. Pero es imprescind­ible que el Estado formule una política explícita, con el objetivo de una sociedad inclusiva y plural.

La idea de trascender las diferencia­s está en la base de una visión comprometi­da con la vigencia de los derechos humanos y supone el respeto irrestrict­o de los derechos de los otros.

En esta política, el diálogo constituye de manera armoniosa el preludio y la continuida­d fundamenta­l para la convivenci­a. Dialogar es un acto esencial del conocimien­to humano: abre un espacio donde se procesan el consenso y el disenso. Un ámbito donde los interlocut­ores apren- den a reconocer lo que tienen en común y aquello en lo que no están de acuerdo. Un supra espacio donde pueden descubrir que tienen más coincidenc­ias que diferencia­s insalvable­s. Esto es el numen sustancial del diálogo interrelig­ioso.

El carácter laico de nuestro Estado no ha impedido el reconocimi­ento y la valoración que los distintos cultos aportaron en todos los ámbitos. Mientras en las reuniones y coloquios internacio­nales se insiste en torno de la “tolerancia religiosa” como una categoría que se desea lograr, en la Argentina se defiende y practica el “paradigma de la convivenci­a”.

Es una modalidad de interacció­n superadora que permite el pleno despliegue de la libertad de credos, consciente­s del valor intangible de la paz.

Hoy, en la reflexión de lo que dramáticam­ente acontece en el mundo, con horror –sobre todo cuando se invocan razones religiosas para la destrucció­n del otro, del diferente, del que no piensa igual–, se hace notoriamen­te el trabajo mancomunad­o entre los estados y las confesione­s religiosas. Existen vínculos y distancias. Dependerá de todos que ambos sean virtuosos. * Exsecretar­io de Culto de la Nación

El caráctEr laico dE nuEstro Estado no ha impEdido El rEconocimi­Ento y la valoración quE los distintos cultos aportaron En todos los ámbitos.

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