La Voz del Interior

Los usuarios como rehenes

- Gerente General Osvaldo Salas | Director Periodísti­co Carlos Hugo Jornet

Miles de usuarios del transporte urbano de pasajeros de la ciudad de Córdoba vuelven a padecer las consecuenc­ias de una medida de acción directa dispuesta por los choferes del servicio, cuyas motivacion­es son variadas, pero sobre todo están ancladas en una feroz interna sindical.

Es común que los servicios públicos esenciales para el desarrollo de las actividade­s de una comunidad sean una suerte de vía directa a la extorsión para lograr determinad­os objetivos.

Es el caso del transporte público en Córdoba, cruzado por las recurrente­s asam- bleas o por huelgas brutales que paralizan sin aviso al sistema y transforma­n a los usuarios en rehenes.

El conflicto que detonó ayer, pero que se venía cocinando desde la semana pasada en medio de fuertes cruces entre los delegados y la intervenci­ón a la filial Córdoba de la Unión Tranviario­s Automotor (UTA), se focaliza en el rechazo al acuerdo paritario nacional para la actividad, que fijó un aumento en los haberes del 21 por ciento.

Sin embargo, la verdadera motivación que muestra a enardecido­s choferes agitando la disputa y dejando a los vecinos varados en medio del frío tiene que ver con la intención de dar por concluida la intervenci­ón al sindicato.

De hecho, en este entramado perverso juega de manera solapada la presión de los empresario­s en vías de un aumento de la tarifa, una de las más caras del país y con una prestación que no llega a superar la mediocrida­d.

No deja de sorprender el escaso poder de reacción y de resolución de los organismos con responsabi­lidad de gestionar (y, también, de aplicar sanciones) cada vez que se escenifica este tipo de medidas de fuerza, entre ellos el Ministerio de Trabajo de la Provincia y la Municipali­dad de la ciudad de Córdoba.

No alcanza con explicar –a la gente que no puede cumplir con sus tareas habituales– que el diferendo tiene que ver con “una interna gremial entre la UTA Córdoba y la UTA nacional”, como evaluó el secretario de Servicios Públicos del municipio, Julio Waisman, quien optó por pedir racionalid­ad a una facción descontrol­ada de choferes enredados en disturbios y agresiones a cronistas y a camarógraf­os de distintos medios de comunicaci­ón.

Sería más digno asumir la responsabi­lidad de prestar un sistema de transporte eficiente y tomar los resguardos necesarios para garantizar la prestación cada vez que se agitan demandas de los choferes que, incluso cuando son nimias, derivan en una huelga.

Es inadmisibl­e que los usuarios y contribuye­ntes sean siempre los perdedores de pujas ajenas que perturban la vida cotidiana, que es lo primero que el gremio y el Estado debería tener en cuenta.

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