Salió del “cole”, caminó sólo 5 km y su familia estaba desesperada
N. A. es uno de los tantos chicos de Córdoba que ayer no fueron a la escuela.
Tiene 13 años y asiste a segundo año en el Colegio de la Inmaculada, en pleno Centro de la ciudad de Córdoba.
Ayer faltó por el conflicto del transporte urbano. Pero no asistió, más precisamente, por lo que él y su familia habían vivido el viernes último, a causa de un imprevisto corte de servicio dispuesto por la UTA.
“Cuando escuché que podía haber problemas con los colectivos, decidí que no se movía de casa. Fue terrible lo del viernes”, dice su mamá, Alejandra.
El viernes, la línea 11 de Coniferal hizo asambleas de varias horas.
N. A. salió tarde del colegio, porque habían tenido olimpíadas. Eso hizo que recién fuera hacia la parada para volverse a su casa a las 15.30.
Cuando llegó al bulevar Illia –cuenta con el boleto educativo gratuito y todos los días viaja en colectivo–, se enteró de que no funcionaba el transporte. Justo ese día, que no tenía el celular.
N. A. comenzó a caminar hasta la próxima parada, en dirección a su domicilio, que queda en barrio Empalme, a varias cuadras del Arco de Córdoba.
El chico volvió a esperar, el colectivo seguía sin pasar, y continuó caminando hacia la siguiente parada. Así pasaría toda la tarde.
Cerca de las 17, en la casa de N. A. todo era preocupación por la demora del niño.
Su mamá llamó a la escuela, que confirmó que el alumno había salido del establecimiento. La preocupación creció cuando la familia logró confirmar que no funcionaba el transporte.
La mamá y otros familiares partieron hacia el Centro en auto, seguros de que el chico estaría perdido.
“Lo buscamos alrededor del colegio, en las paradas, era un caos el Centro, y no lo encontramos”, recuerda la madre. En la desesperación total, fueron a la Policía. Les dijeron que era una situación habitual cuando hay paro y los orientaron en la búsqueda.
A las 19, lo buscaban docentes del colegio, familiares, policías, y el grupo de WhatsApp de los padres de segundo año del Inmaculada ardía por la preocupación creciente.
Cerca de las 20, N. A. por fin llegó a su casa. De parada en parada, y con el colectivo sin aparecer, llegó caminando hasta Empalme.
Fueron más de cinco kilómetros con una enorme mochila a cuestas.