La Voz del Interior

Y usted preguntará por qué pintamos

“Pintores” es una muestra que desactiva algunas ideas acerca de la pintura y genera preguntas sobre la figura del artista en el ámbito contemporá­neo. Obras y videos de Roberto Echen, Juan Becú y Alfredo Dufour se exhiben en El Gran Vidrio. El público es i

- Demian Orosz dorosz@lavozdelin­terior.com.ar

Rosa Dama de Honor. Así se llama el color que eligieron en la galería El Gran Vidrio para alterar el famoso “cubo blanco”, que se concibe como el non plus ultra a la hora de asegurar condicione­s ideales de exhibición. La elección de ese color en las paredes donde cuelgan las obras ya podría ser una señal para empezar a leer “Pintores”, una muestra que, como lo indica su título, exhibe pinturas, aunque no todo es lo que parece en la última propuesta de la galería cordobesa.

El Rosa Dama de Honor, un tono elegido muchas veces por las acompañant­es que custodian a la novia en una boda, es la primera medida curatorial para poner en abismo cierta idea de la seriedad. O dicho en criollo: para jugar un poco.

Roberto Echen, Juan Becú y Alfredo Dufour son los artistas cuyas obras se exhiben, y cuál pertenece a cada uno es un dato que los visitantes de la exposición deberán deducir por su propia cuenta y riesgo, ya que las pinturas no tienen ninguna atribución. Asociado al juego que propone la muestra, se trata en parte de un gesto pensado para que el peso de los nombres y de las trayectori­as no aplaste las pinturas, no indique escuelas ni tradicione­s, de modo que en el borramient­o de la autoría todas las imágenes queden en un pie de igualdad y generen una suerte de continuo pictórico.

“Roberto Echen, Juan BQ y Alfredo Dufour son tres pintores de tres generacion­es distintas que poseen en común el hecho de que cada tanto abandonan los pinceles y utilizan otros medios como el video, la escritura o la música para construir su propia imagen”, escribe Raúl Flores en el texto curatorial.

Becú (o BQ) es, en este cuento, a quien podríamos llamar el pintor-pintor, creador de una obra exuberante, llena de cuerpo, que se enfiesta en la materia y goza con la explosión de colores. Una verdadera fiesta para los ojos.

Algunas pistas

El objetivo de ironizar los roles de cada uno en el mundo del arte, e incluso intercambi­arlos, es otra de las pistas que se pueden seguir. Echen, un artista con trayectori­a docente y años en la gestión cultural (fue director artístico del Museo Macro-Castagnino de Rosario), tiene una relación más bien lateral con la pintura y trabaja sobre todo en el campo del video y el net art. En su caso la pintura aparece más como relato teórico, o como herramient­a de cuestionam­iento del arte contemporá­neo.

Llevar a los nombres reunidos en “Pintores” a una zona de riesgo, poner en jaque los estilos y las técnicas y desfondar una visión autocompla­ciente de la figura del artista es algo que se ratifica en los videos que se pueden ver en una salita dispuesta para tales fines. Las tres piezas audiovisua­les golpean, cada una a su modo, y con distintos matices, en el corazón del sistema. Dicho en criollo: se toman un poco en joda el hecho de ser artistas.

The Great Pretender, de Alfredo Dufour, es una video/performanc­e en la que el pintor encarna a una estrella de rock, desdoblánd­ose en un juego donde el personaje y el artista se solapan. ¿Ser artista es ser un gran simulador?

Home Stripper, el video de Roberto Echen, fue concebido como un fake, un falso strip tease casero viralizado como si se hubiera tratado de un spam de origen anónimo que pone al desnudo y viola la intimidad (aunque, en verdad, nunca se ve nada, si lo que uno quiere ver es un cuerpo sin ropa), como las filtracion­es de fotos o grabacione­s de estrellas de la farándula en situacione­s eróticas tan usuales en los últimos tiempos. El video de Becú se titula Radical fitness. Se trata de un corto que parodia las exigencias del mercado y la transforma­ción del artista en un cuerpo que debe entrenar para proveer al circo del arte lo que el momento demanda. Más moderno. Más subversivo. Un personal trainer le exige a un artista que transpire y entregue un nuevo mamarracho, una nueva locurita. El humor que perfora el video (que recuerda los pases de baile ochentosos de Fama, mezclando aerobic con una suerte de artes marciales pictóricas) funciona como un boomerang y se agradece como una ráfaga de aire fresco.

Todo esto, ¿es contemporá­neo?, interroga una de las series de Roberto Echen que se exhiben en El Gran Vidrio. Desconcier­to. Un puñado de preguntas. Tres pintores.

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Juego. Parte de la experienci­a será descubrir los distintos estilos.
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Últimos días. La exposición está disponible hasta el viernes.
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Para ver. Las pinturas se exponen sin el nombre del autor.

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