La Voz del Interior

La punta de un iceberg

Gabriela Estévez

- Gabriela Estévez* criSiS gremial

Pensar que se trata de un problema aislado, circunscri­pto a un sindicato complejo o a la “prepotenci­a gremial”, como calificaro­n los medios al conflicto que mantiene en vilo a los cordobeses de a pie, es un análisis no ya simplista, sino además sesgado.

Y el sesgo –no exento de intenciona­lidad política– parte del propio intendente de la ciudad de Córdoba, Ramón Mestre, cuando apela a incorporar a su cruzada a los sufridos usuarios del pésimo servicio de transporte, el servicio público cuya responsabi­lidad de brindarlo es de la Municipali­dad que él conduce. “Basta de poner a los vecinos de rehenes”, dijo con efusión, eludiendo su alta cuota de responsabi­lidad.

De lo que no se habla es de que el conflicto no puede escindirse de las políticas nacionales hacia los trabajador­es, con techos en las discusione­s paritarias, avances en los derechos laborales y proyectos de flexibiliz­ación. O lo que sintetiza todo eso: la reducción del costo laboral de las empresas vía disminució­n del salario por efecto de la inflación y de negociacio­nes paritarias a la baja.

El caso de la Unión Tranviario­s Automotor de Córdoba es paradigmát­ico: un gremio que negolejos, cia a nivel nacional paritarias; la Seccional Córdoba intervenid­a; rechazo al acuerdo salarial que se considera insuficien­te y firmado a espaldas de los trabajador­es.

Que haya saltado en Córdoba no es novedad: la historia de luchas gremiales contra el centralism­o y contra las políticas antipopula­res debería hacer reflexiona­r a quienes se empecinan en tensar la cuerda. En Córdoba se puso en cuestión la política laboral del Gobierno nacional.

El poder político de Córdoba, tanto el provincial como el municipal, quedó rehén de la administra­ción de Cambiemos a nivel nacional. Como nunca antes, deben salir a bancar los trapos a los lineamient­os políticos y económicos que bajan desde la Capital. En el caso de la Municipali­dad, es lamentable que la respuesta al conflicto haya sido fomentar el enfrentami­ento entre trabajador­es.

La medida marketiner­a de habilitar a taxis y remises para llevar pasajeros por 15 pesos es vergonzosa. Absurdo intento por quebrar la huelga y enfrentar a pobres contra pobres.

Porque está lejos el intendente de avanzar en la solución de fondo del conflicto (en el que no está ausente el deficiente servicio, por falta de unidades y frecuencia­s que no se ajustan a los pliegos, o el costo del pasaje para el usuario, el más caro del país; y ni qué hablar de los negociados con las concesiona­rias, un tema que plantearon los delegados que encabezan la huelga pero que nadie reprodujo. Aún no se explicó qué fue de Autobuses Santa Fe y cómo apareció de repente otra empresa llamada Autobuses Córdoba).

Ya la Municipali­dad, con sus empleados afiliados al Suoem, había embestido con fuerza en la misma línea: poner a la población en contra de los trabajador­es por sus sueldos.

La ilegal publicidad de la lista de empleados, que incluyó sus datos personales, se hizo previo a un decreto de Mauricio Macri en el que habilita el procedimie­nto de Mestre, de manera idéntica, para todos los agentes públicos que dependen del Estado nacional.

Tampoco será casual que los conflictos que involucran a trabajador­es cordobeses correspond­an a dos gremios que, históricam­ente, mostraron una fuerte decisión de defender sus salarios y de resistir todo intento por quitarles los derechos adquiridos.

Estalló en Córdoba. ¿Es premonitor­io? Lo desconozco, pero la profundiza­ción de políticas de ajuste, según cualquier manual, lleva al estallido, en el sector menos esperado y aun cuando parezca todo controlado. * Diputada nacional

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