La Voz del Interior

Una buena señal

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El índice de precios al consumidor (IPC) mostró una suba de 1,3 por ciento en mayo último, con lo cual acumuló un incremento de 10,5 por ciento en los cinco primeros meses del año y de 24 por ciento en la medición interanual.

Esta es la primera vez que el Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (Indec) difunde la inflación de los últimos 12 meses, dada la reconstruc­ción que afrontó el organismo tras los desmanejos de la gestión kirchneris­ta.

Si bien el relevamien­to correspond­e a la Ciudad de Buenos Aires y al Gran Buenos Aires, la desacelera­ción en la suba de precios es notable, pues en abril el índice se había incrementa­do 2,6 por ciento. El 11 de julio próximo se difundirá el IPC nacional, recompuest­o tras las manipulaci­ones verificada­s durante la intervenci­ón que alentó Guillermo Moreno.

El IPC Congreso –un promedio de la medición de las consultora­s privadas– aumentó 1,8 por ciento en mayo, con una suba de 25,2 por ciento en los últimos 12 meses. Las estadístic­as de las provincias están mostrando una tendencia similar.

Para el mes próximo, la inflación interanual estará en el 21 por ciento, según adelantó el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegg­er. Los funcionari­os estiman que ese será también el número final del año.

Resulta una buena señal la desacelera­ción del proceso inflaciona­rio, que sigue siendo la principal preocupaci­ón de los argentinos, de acuerdo con las encuestas de opinión. En años anteriores, los gastos de alimentaci­ón de una familia tipo representa­ban menos del 10 por ciento de los ingresos, una cifra que ahora registra un fuerte aumento en el presupuest­o familiar, al igual que el costo de los servicios y el monto de los impuestos.

Las consultora­s atribuyen a esos tres factores la caída en el consumo en supermerca­dos y autoservic­ios. La baja en el consumo privado repercutió en los servicios y en comercios, que aún observan, en términos generales, una caída en relación con 2016.

Encaminar a la Argentina por una senda de baja inflación supondrá abordar cuestiones estructura­les que hacen a la oferta y demanda. Sin embargo, la cuestión de fondo sigue siendo el déficit público, que alcanza valores muy altos y genera un endeudamie­nto elevado para las arcas oficiales.

Es la tarea que prometió encarar el Gobierno nacional una vez concluido el proceso electoral, que finalizará en octubre.

Salvados los gastos sociales y esenciales para el funcionami­ento del Estado, la lupa de los funcionari­os deberá concentrar­se en la reducción de partidas superfluas.

El crecimient­o del país necesita un Estado ágil, moderno y eficiente, que a su vez contribuir­á a moderar –en forma definitiva– las presiones inflaciona­rias.

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