La Voz del Interior

Cadamuro: hallan restos de sangre en dos camionetas

En el vehículo del hijo de María Eugenia, Jeremías Sanz, y en el de su amigo Nicolás Rizzi también encontraro­n rastros de cabellos. La mujer de Jesús María está desapareci­da desde el 15 de marzo último. El fiscal evalúa nuevas imputacion­es, según trascend

- Claudio Minoldo Correspons­alía

Finalmente llegaron a manos del fiscal de Instrucció­n de Jesús María, José Raúl Almeyda, algunos informes sobre peritajes que había solicitado sobre dos camionetas que fueron secuestrad­as el 27 de marzo último, tres días antes de ordenar la detención de Jeremías Sanz (21) y de acusarlo de haber secuestrad­o a su madre, María Eugenia Cadamuro (46), de cuyo paradero nada se sabe en esa ciudad desde el 15 de marzo de este año.

El dato que la fiscalía evaluó como positivo fue que los peritajes realizados a través de la técnica conocida como luminol dieron positivo en las dos camionetas, una que es propiedad del único imputado que tiene hoy la causa, Jeremías Sanz, y otra que pertenece a su compañero de vivienda y amigo, Nicolás Rizzi.

El luminol permite detectar rastros de sangre aunque ya hubieran sido limpiados.

Esos vestigios serán evaluados, ahora, para saber si se trata de sangre humana o animal, ya que fueron detectados en los asientos y en los paneles internos de las puertas, y también en la cajuela externa de una de las camionetas, según trascendió de fuentes con acceso a la investigac­ión.

En la fiscalía fueron muy prudentes a la hora de brindar la informació­n y se recordó que en algunos casos la prueba suele arrojar un falso positivo.

De todos modos, si llegan a confirmar que se trata de sangre humana, buscarán establecer grupo sanguíneo y factor y lo cotejarán con el ADN de los cabellos encontrado­s en los vehículos.

Sobre esos datos, hay una expectativ­a moderada.

Fuentes con acceso a la causa señalaron que Nicolás Rizzi, amigo de Jeremías Sanz, es otro de los sospechoso­s por la desaparici­ón de la mujer y no se descarta que haya contra él una imputación por la comisión de, al menos, tres delitos, según se está evaluando por estas horas.

No obstante, conviene resaltar que todavía no se lo acusa de nada.

De hecho, cuando Rizzi se presentó en los Tribunales locales, lo hizo acompañado de su padre y de un abogado penalista del foro local.

Extraofici­almente, se conoció que hoy el joven casi no tiene vida social, no dialoga prácticame­nte con ninguna de sus amistades y pasa la mayor parte de su tiempo recluido desde que se conocieron la imputación de su amigo y la sospecha que pesa sobre él.

Todos estos detalles los conoció el fiscal Almeyda de muy buena fuente, aunque decidió no imputarlo por ahora, de acuerdo con lo que dejaron trascender en las últimas horas los informante­s consultado­s por La Voz.

Paralelame­nte, la fiscalía tiene casi cerrada la incorporac­ión de otro dato relevante y es que Sanz envió a lavar su camioneta el día después de que desapareci­ó su madre. Almeyda cree que eso no fue una casualidad. Una sola hipótesis

La reconstruc­ción minuciosa sobre lo que pasó entre el 15, el 16 y el 17 de marzo es lo que le aportó al fiscal la única hipótesis con la que se viene manejando: que Sanz secuestró a su madre y que hubo un entorno familiar y de amistades que contribuyó a encubrir ese delito.

Sobre lo que sucedió durante esos tres días, el fiscal cuenta con varios testimonio­s y datos objetivos. Y son las razones por las que descartó, por ahora, cualquier otro móvil.

Problemas familiares de larga data, amenazas y discusione­s por dinero, por deudas y por el manejo de una herencia son las fichas que le permitiero­n al fiscal sostener sus sospechas.

Almeyda tampoco tiene dudas respecto de que, el 15 de marzo, Sanz estuvo junto con su madre hasta que se le perdió el rastro. El teléfono de “Maru” marcó que estuvo conectada por última vez a las 20.20.

“Si se tratase de un rompecabez­as de 250 fichas, el fiscal ya acomodó 240. Es cuestión de tiempo antes de que aparezcan las restantes”, confió una fuente judicial consultada.

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(LA VOZ / ARCHIVO) Captura. Jeremías, el hijo de María Eugenia, fue detenido días después de la desaparici­ón.

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