Más mujeres, más política
Apocos días de que venza el plazo de la presentación de listas para las elecciones legislativas, vemos que la negociación de las bancas femeninas resulta la moneda devaluada en la negociación, al menos en el espacio Cambiemos. Obviamente, los negociadores son hombres.
El mes pasado, el congreso provincial de la UCR aprobó la alianza Cambiemos y una lista de nueva personas, con Diego Mestre a la cabeza, secundado por Brenda Austin y Soledad Carrizo. También manifestaron los dirigentes del centenario partido que, por tener la UCR más raigambre electoral en la provincia, merecía el puesto uno de la lista.
Allí empezó la discusión y el PRO hizo saber que encabezará la lista Héctor Baldassi, basado en la verdad de las encuestas. Supo ganarse, a puro pulmón y cercanía con la gente, más de un 40 por ciento de imagen positiva, que ningún otro candidato tiene.
En este marco, y por la llamada ley de cupo, quedan por dirimir dos espacios femeninos y uno masculino. Si bien la discusión debería pasar por las capacidades, méritos y representatividad de los candidatos en danza, la discusión mediática entre algunos dirigentes del PRO y la UCR pasa por el orden que ocuparán los candidatos masculinos, “ofreciendo” las bancas femeninas con un desdén abrumador.
Como si esas bancas fueran menos valiosas y representativas o, lo que es peor aún, como si el hecho de llevar hombres en la lista fuera garantía de mejores leyes o éxito electoral.
Además de olvidar que el 54 por ciento del padrón en Córdoba es femenino, también soslayan que la ley de cupo no responde a la intención de que haya más cantidad de mujeres en la Cámara Baja, sino que propende a garantizar una participación cualitativa de las mujeres en los espacios de toma de decisión. Busca dar a las mujeres un espacio donde su voz e intereses, basados en las experiencias vividas desde su género, se escuchen y se traduzcan en leyes que beneficien a más mujeres. En definitiva, la ley de cupo apunta a la equidad, y por ello garantiza el 30 por ciento de las bancas. Devaluar el rol femenino en la política es una forma de los hombres de ejercer supremacía, y manifiesta –como decía Eduardo Galeano– el “miedo del hombre a la mujer sin miedo”.
El eslogan del PRO Mujeres –“Más mujeres, mejor política”– muestra nuestro convencimiento de que, si estamos representadas de forma equitativa en todos los espacios de toma de decisiones, tanto ejecutivos como legislativos, ello redundará en la elaboración de mejores y más inclusivas políticas públicas que representen los intereses tanto de hombres como de mujeres.