Europa, votos y silencios
La sucesión de frenazos que las urnas pusieron al avance de la ultraderecha en Europa trajo lógico alivio en un continente atribulado por la crisis económica, el drama humanitario de miles de migrantes y los repetidos ataques y amenazas terroristas.
Desde los comicios del 4 de diciembre en Austria, pasando por la elección del 15 de marzo en Holanda, o el balotaje del 7 de mayo pasado en Francia, los candidatos o las expresiones ultranacionalistas y xenófobas encadenaron un revés tras otro.
Pero esas derrotas, a las que podría sumarse en septiembre próximo el resultado de la ultraderecha de Alemania, no alcanzaron a disimular escenarios complejos ni debilidades propias de aquellos Ejecutivos ungidos más por el miedo que por la convicción o el entusiasmo.
Las pujas de poder han vuelto a tornar volátil la gobernabilidad austríaca y aún no permiten la conformación de un nuevo Ejecutivo holandés.
Así, el caso francés podría considerarse una excepción, luego del triunfo claro de La República en Marcha. La novel fuerza del presidente Emmanuel Macron fue la más votada en la primera vuelta de las legislativas del domingo pasado y perfila una amplia mayoría en la Asamblea para el inquilino más joven del Palacio del Elíseo. Sin embargo, una señal de advertencia que Macron no debería subestimar, si se repite en el balotaje del domingo próximo, es la abstención del 51,3 por ciento, que resultó la opción más visible de un electorado escéptico con su dirigencia política.
Aunque si de recoger mensajes del electorado se trata, quien aún busca, arrepentida y sin consuelo, explicaciones a su fracasada anticipación de comicios es la británica Theresa May, a la que el jueves pasado se le complicaron sus planes de “Brexit” duro.
La primera ministra conservadora, quien sorprendió llaman-