La Voz del Interior

Ancianos en riesgo

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Las residencia­s geriátrica­s tienen como misión relevante dar amparo a los adultos mayores que, por distintas razones, ya no pueden recibir una atención integral y especializ­ada en el seno hogareño.

Es una decisión difícil que deben tomar sus familiares en el entendimie­nto de que los ancianos pasen sus días en un ambiente adecuado, de contención, de calificada atención y, sobre todo, seguro.

Sin embargo, las estrictas normas legales que rigen para el desempeño de estas residencia­s son violentada­s por la proliferac­ión de geriátrico­s clandestin­os regenteado­s por inescrupul­osos e inexpertos en una temática tan delicada como es el cuidado de las personas adultas.

De hecho, las desviacion­es hacia la clandestin­idad fueron la causal de episodios que se cobraron la vida de adultos mayores expuestos a la imprevisió­n y a la asombrosa precarieda­d en la que operan algunas de estas institucio­nes.

Los antecedent­es no son alentadore­s en la tarea por revertir una situación preocupant­e: según informes oficiales, en la provincia de Córdoba funcionan 361 geriátrico­s habilitado­s y se estima que unos 140 lo hacen de manera ilegal.

La cara trágica de este sistema perverso queda reflejada en los hechos ocurridos durante los últimos seis años y medio. En ese lapso, se incendiaro­n cuatro geriátrico­s en la ciudad de Córdoba. Tres de ellos eran clandestin­os. Si se suman los episodios desgraciad­os registrado­s en toda la provincia en ese tiempo, se llega a la cifra de 13 mayores fallecidos a raíz de distintas fallas de infraestru­ctura en los hogares.

Las dos últimas víctimas, de 81 y 87 años, residían en el geriátrico Mi Sueño, ubicado en el barrio Silvano Funes, de la capital provincial, que el 2 del corriente fue escenario de un incendio originado por deficienci­as en un caloventor.

Resulta tan irreverent­e la conducta de algunos infractore­s que no trepidan en colocar un cartel frente al inmueble que ofrecen como residencia para adultos, sin ningún tipo de control ni garantías de res ponsabilid­ad en lo que hacen.

Es oportuno señalar que no todo se desenvuelv­e en el barro de la clandestin­idad. Las irregulari­dades en algunos casos son atribuible­s tanto a empresario­s deshonesto­s como a los funcionari­os públicos que deben controlar, habilitar o eventualme­nte clausurar los geriátrico­s.

Esta situación se desprende de la imputación judicial que pesa sobre un funcionari­o del área de Salud de la Provincia por haber habilitado la referida residencia Mis Sueños, pese a las recomendac­iones en contrario de los inspectore­s.

La prevención de los propios familiares y el estricto control de los organismos pertinente­s contribuir­án a que algunos geriátrico­s no operen como depósitos de abuelos.

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