Cuando una cosa no quita la otra

Muchos lectores asiduos de diarios –en cualquier formato– y gran parte de la ciudadanía en general suelen esperar que un periodista o un diario tomen una postura clara y firme sobre el tema del que hablan o publican. Y si se trata de algo polémico, ni hablar.

A veces, eso es posible, en especial cuando nos referimos a hechos de los que resulta muy difícil tomar distancia: la defensa de la democracia, la paralización de una ciudad a causa de protestas ilegales o la ineficacia de las autoridades para brindar determinado servicio público.

Pero no siempre es posible pararse con tanta decisión para criticar o defender a una persona o a una institución.

Es el caso del Primer plano de hoy, en el que se expone la cantidad de reclamos judicializados contra la obra social provincial Apross.

Aquí los límites son más difusos, y el informe los refleja bien: de un lado, están muchos usuarios que penan para recibir la atención médica que necesitan, que deben esperar meses para conseguir un turno de un especialista o que no encuentran respuestas adecuadas para tratar sus casos con la celeridad que se requiere.

Las prestaciones por discapacidad, por ejemplo, son la principal causa de los amparos contra Apross.

Por el otro, se trata de la administradora de fondos de salud para más de 600 mil cordobeses, que enfrenta problemas que no son ajenos a ninguna obra social, ya sea en Argentina o en el mundo: prestaciones no nomencladas, límites que se van corriendo, medicamentos nuevos y carísimos, judicialización de la salud…

También vale razonar al revés y decir que los defectos del resto del sistema sanitario están igualmente presentes en Apross.

Y es que, en este aspecto, poco se le puede reprochar a un afiliado desesperado que siente que se le escapa de las manos lo más preciado que tiene –su salud– y que no encuentra respuesta urgente.

APROSS PADECE UN CONTEXTO SIMILAR AL DE OTRAS OBRAS SOCIALES, PERO ES CIERTO QUE MUCHOS DE SUS USUARIOS DEBEN RENEGAR DE MáS.