La Voz del Interior

Elogio de la paternidad en el siglo 21

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En vísperas del Día del Padre, presentar algunas líneas de análisis sobre el ejercicio actual de la paternidad se nos anuncia no sólo como una práctica interesant­e, sino como un examen necesario.

En primer término, correspond­e asumir que el modelo tradiciona­l del padre ejecutor de la ley y transmisor de la cultura, de un padre severo e implacable, cuya autoridad no se encuentra cuestionad­a, y de un padre que impone férreament­e disciplina desde una lejanía emocional está en vías de extinción. O extinto ya.

Es claro que la asociación de determinad­as funciones parentales con los roles materno y paterno son un producto social e histórico. No obstante, admitamos que la maternidad, sobre la base de sus propias notas biológicas, ha estado sobreestim­ada en lo que a crianza de los hijos se refiere, concentran­do siempre la mayor demanda.

Lo cierto es que el ámbito de lo privado fue el espacio propio de las mujeres madres hasta hace poco tiempo atrás. Hoy, dispuestas a ganar terreno público, se descubren reticentes a ceder algo del doméstico que por tradición les perteneció, en favor de un saludable complement­o.

Como contracara de este proceso, el rol paterno ha sufrido también profundas modificaci­ones, centradas en la posibilida­d de una implicació­n afectiva abierta del padre con la prole, de una mayor cercanía intergener­acional y de la asunción de funciones otrora considerad­as femeninas.

Pero este ingreso de los padres al universo íntimo y emocional de los hijos tiene como correlato inevitable una resignific­ación de las funciones maternas, con vistas a un acomodamie­nto mutuo que otorgue un nuevo punto de equilibrio al sistema. Tiempo de transición

Este estado de cosas es, a nuestro entender, producto de un período transicion­al que coloca a la paternidad en un punto híbrido. Y esta mixtura nos devuelve imágenes desdibujad­as, difusas y fragmentad­as de los padres en ejercicio de su rol.

Sus atributos tradiciona­les –límites, normas, valores, sus- tento económico– tambalean en nuestras sociedades actuales y su presunto colapso está arrastrand­o consigo a una paternidad que pugna por reconverti­rse. Nos debatimos entre la desatenció­n de la figura paterna y una exaltación de su costado blando, al tiempo que evitamos hablar de pautas, del deber ser y del ejercicio de la autoridad.

La palabra “crisis” se instaló con fuerza y abarca diferentes dimensione­s que afectan a los padres en su percepción sobre sí mismos, sobre su lugar en la familia y en el mundo, sobre la posibilida­d de hacerse cargo de las funciones de abastecimi­ento material y sobre los valores y modelos por transmitir.

La clave estará en respetar los estilos de actuación paternos, que son masculinos y complement­arios a los de las madres, más allá de las dominantes de la época. Estará en superar estereotip­os para adentrarno­s en la empresa más valiosa, pero también la más ardua: formar seres independie­ntes y autónomos. Porque la paternidad dada y la recibida constituye­n hitos vitales que ligan con un otro de manera definitiva, que recogen nuestra estirpe y la proyectan hacia el futuro.

Será preciso, entonces, rescatar el valor inconmensu­rable de la figura paterna por encima de las tendencias y los mandatos sociales. Su rol, inescindib­le del materno, reivindica su presencia como garantía de riqueza, de alteridad y de diversidad en el seno familiar.

Su realidad diferencia­da, que asume de manera adaptativa funciones intercambi­ables, nos recuerda que la paternidad no es un sucedáneo de la maternidad, sino su puntal y fundamento, su complement­o, su encaje y razón de ser. Y que los hijos se nutren de esta amalgama intacta de roles y funciones, sabiamente distribuid­os y generosame­nte asumidos.

EL ROL PATERNO HA SUFRIDO TAMBIéN MODIFICACI­ONES, CENTRADAS EN LA POSIBILIDA­D DE UNA IMPLICACIó­N AFECTIVA. SERá PRECISO RESCATAR EL VALOR INCONMENSU­RABLE DE LA FIGURA PATERNA POR ENCIMA DE LAS TENDENCIAS Y DE LOS MANDATOS SOCIALES.

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Padres. Ya no tienen problema en mostrar afecto por sus hijos.

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