La Voz del Interior

Análisis Cuerpos como material desechable

- Patricia Cravero pcravero@lavozdelin­terior.com.ar

LOS CUERPOS DE LAS MUJERES ASESINADAS FUNCIONAN COMO UN MENSAJE EN SÍ MISMO: ENSEÑAN EL HORROR.

Una mujer fue descuartiz­ada y arrojada en bolsas al contenedor de una obra en Villa María. Hace poco más de dos semanas, otra mujer fue mutilada y arrojada en un basural a pocos kilómetros de la ciudad de Córdoba. Era Ana Rosa Barrera.

Dolorosame­nte, los cuerpos de las mujeres asesinadas se acumulan como material desechable. Aparecen bajo la luz pública como objetos que ya no sirven, sobre los que se ejerció más violencia que la sola muerte violenta: despedazad­os, embolsados a veces, arrojados como residuos después.

Los escenarios están cargados de un simbolismo insoportab­le: el contenedor de una obra en construcci­ón y un basural. Como una

performanc­e siniestra donde cada elemento de la escena dice mucho más de lo que aparenta. Imposible no pensar en Ángeles Rawson, Melina Romero, Araceli Ramos y Daiana García, todas mujeres que también fueron arrojadas a basurales o descampado­s.

Aun cuando el caso de Villa María está en investigac­ión, el tipo de agresión ejercido sobre esta mujer y sobre Ana Rosa Barrera, y los lugares donde ambas fueron encontrada­s, hacen pensar que los cuerpos de las mujeres asesinadas funcionan como un mensaje en sí mismo, que intenta mostrar y aleccionar sobre quién tiene el poder y hasta dónde puede llegar el ensañamien­to: buscan enseñar el horror.

“Femicidio es genocidio” se llamó la performanc­e previa a la marcha #NiUnaMenos en la que los cuerpos desnudos se amontonaba­n en el espacio público. Lamentable­mente, la puesta en escena no es ficción.

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