A las 6, entran los dos a la fábrica
Jorge Bucci tiene 42 años y hace 25 ingresó a la empresa donde acaba de entrar, hace apenas dos meses, su hijo Andrés. “A mí me gusta laburar donde a mi papá le dieron tanto laburo. Gracias a eso, él me dio la educación y todo lo que necesité”, dice Andrés, que tiene 21 años.
Está en el área de robótica de la autopartista Servicios Industriales. Y si bien reconoce que “gracias al viejo” tiene algunos beneficios, le da lo mismo. “Yo voy a trabajar”, avisa.
Cada tanto, el padre le acerca un criollo, o bien se arrima a charlar y a “pispear” cómo va su trabajo.
Entran a las 6, parten juntos de casa, aunque el hijo sale antes del trabajo y se vuelve con algún compañero.
“Le dimos la opción de estudiar o de salir a trabajar. Lo animamos para que siguiera estudiando, pero decidió trabajar”, confiesa Jorge, hoy a cargo del área logística, expedición y recepción.
“Yo no tuve la oportunidad ni la posibilidad de estudiar. Le ofrecimos un estudio universitario, pero muchas veces uno no decide por los hijos, y respeto su decisión de empezar a trabajar”, agrega.
Jorge está orgulloso: “Me veo muy reflejado en él, me recuerda cómo era yo en mis comienzos. Tenía 17 años y, si bien no era mi primer trabajo, era el primero en una empresa”, recuerda.