Un delito “invisible”, difícil de catalogar
Con un CliC, los inhibidores bloquean la aCtivaCión de las alarmas, y en poCos minutos se logra saquear vehíCulos.
¿Quién hubiera pensado tiempo atrás que llegaría el momento en que tuviéramos que chequear dos veces si cerramos correctamente nuestro auto?
Ya sea en una playa, en el estacionamiento de un shopping o en la vía pública, tenemos que saber que existe una modalidad delictiva que parece sacada de la saga de
Misión imposible y para la cual hay que estar prevenidos.
La Policía alerta de que hay bandas de inhibidores de alarmas que atacan en distintas ciudades cordobesas, aunque estos delincuentes están extendidos en todo el país.
Hasta ahora, el triste consuelo es que se trata de un tipo de delincuencia que no ejerce la violencia. Porque actúan con la desatención de las víctimas que creen haber dejado su auto cerrado y les roban las pertenencias de su interior.
El problema es que no sólo roban vehículos, también hubo casos en los que inhibieron las alarmas de portones para ingresar a viviendas.
La otra cuestión en discusión es que cuando la Policía actúa preventivamente y logra detener a los sospechosos, la Justicia luego se queda sin herramientas para reprimir estos hechos.
O las que tiene no alcanzan para generar una pena que los neutralice.
En la práctica, para la Justicia portar un inhibidor es como llevar una “ganzúa tecnológica”.
Esto provoca una discusión en Tribunales. Mientras muchos fiscales ya consideran que basta para considerar tentativa de hurto, para los jueces es una contravención y es necesario atrapar al ladrón in fraganti para avanzar en una imputación penal.
Así, estamos frente a un delito difícil de detectar, “invisible” y, a la vez, más complicado de catalogar judicialmente.
Frente a esa vulnerabilidad, no quedan muchas más alternativas que estar atentos y comprobar manualmente que las puertas de nuestro vehículo estén bien cerradas.