La Voz del Interior

Crece el robo con inhibidore­s, y en la Justicia buscan agravar el delito

Los ataques contra autos aumentan en calles y en playas. Fiscales quieren que la tenencia del aparato implique prisión.

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

El uso de inhibidore­s de alarmas crece en Córdoba, mientras aumenta el debate en Tribunales.

Están, pero no están. Actúan a la vista de todos, pero parece que no los ven.

Se mueven al acecho, pero casi nadie los registra. Andan por allí, por allá, por acá, por distintos sitios, como lobos esperando a su presa. Y la víctima no se da cuenta hasta que ya es muy tarde.

Se mueven, por lo general, en autos costosos, con vidrios polarizado­s, para no llamar demasiado la atención.

No andan con “fierros” ni con cuchillos, ni capuchas, ni precintos plásticos, no sea cosa que alguna patrulla los atrape.

Lo de ellos no es la violencia, es otra cosa.

Como pequeñas brigadas integrante­s de una banda mayor se mueven por la ciudad interconec­tados por WhatsApp.

En realidad, son varias bandas y parecieran estar desbocadas.

Comenzaron operando en la ciudad de Córdoba hace más de un año, tras haber importado un modelo delictivo de otras regiones, y no pararon. Crecieron. Y mientras algunos se quedaron en la Capital, otros se mudaron para actuar en grandes ciudades del interior, como Río Cuarto, Villa María, Villa Carlos Paz, San Francisco, Río Segundo, entre otras.

Son los delincuent­es que usan inhibidore­s de alarmas para robar pertenenci­as guardadas en autos y en camionetas estacionad­os y sin ocupantes.

El aparato es como un handy que interfiere la activación de la alarma y el cierre automático de un vehículo. El delincuent­e lo acciona cuando el dueño o la dueña activan la alarma remota.

La víctima se aleja, mientras cree haber dejado su auto seguro, cuando no es así. El vehículo ha quedado abierto y vulnerable. En segundos, sin despertar sospechas ni romper nada, los ladrones se llevan todo. En algunos casos, incluso, se roban el auto.

Los ataques con los inhibidore­s de alarmas se dan en playas de estacionam­iento de diversos hipermerca­dos y supermerca­dos, como así también en shoppings, en calles y en avenidas cercanas a edificios, a comercios y a restaurant­es. Es decir, donde hay aglomeraci­ón de autos y potenciale­s víctimas.

Hoy, mientras la Policía no deja de detener periódicam­ente a sospechoso­s en las calles, existe una ardua y compleja discusión en la Justicia cordobesa sobre esos aparatos y su uso.

Algunos fiscales entienden que su mera portación y su activación son sinónimos de tentativa de

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(LA VOZ) A la caza. Las bandas que usan estos aparatos atacan a automovili­stas que estacionan y creen activar su alarma. En segundos, les saquean todo.
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(POLICÍA) Operativo. Un policía analiza un inhibidor secuestrad­o a delincuent­es. El aparato es como un “handy”.

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