La Voz del Interior

Muerte en el Egeo: Baris, el hombre aferrado a su violín

- Can Merey y Linda Say

Baris Yazgi se aferró a su violín hasta morir en las aguas del Mediterrán­eo. El cadáver de este kurdo de 22 años procedente de Turquía fue rescatado el 26 de abril junto a otros 16 cuerpos, después de que la embarcació­n en la que viajaba se hundió.

El viaje que costó la vida a Baris Yazgi no fue el primero. Había escapado en otras dos ocasiones y en una de ellas, incluso, logró llegar a Europa. “La historia de Baris comenzó y terminó con una huida”, cuenta su hermano, Suat Tazgi.

El pueblo de la familia fue destrozado en los años ’90 durante el conflicto kurdo, y los Yazgi –con sus siete hijos y dos hijas– buscaron refugio en Estambul, como muchos otros kurdos. Baris, cuyo nombre significa “libertad”, era el menor de los hermanos.

Como muchos otros niños de familias pobres en Turquía, tres de los hermanos Yazgi contribuía­n a la economía familiar vendiendo pañuelos de papel. Uno de ellos se llamaba Cengiz y solía frecuentar la facultad de Medicina, hasta que un día un estudiante le regaló una vieja guitarra. Y esta le cambió la vida: según Suat, comenzó tocando canciones kurdas en la principal avenida comercial de Estambul y hoy en día es relativame­nte conocido como músico. Fue él quien transmitió esa pasión a Baris al regalarle su primer violín.

“El violín era su vida”, añade otro hermano llamado Fuat, quien ya había huido a Europa en 2001, viajando en un gran barco desde Italia. Lleva años afincado en Gante (Bélgica), donde trabaja como cocinero y espera recibir la nacionalid­ad. “Baris ya no se sentía bien en Turquía”, relata Fuat para explicar que en enero de 2016, su hermano se embarcó rumbo a Europa para vivir con él.

En aquel momento, aún no había entrado en vigor el pacto entre la Unión Europea y Turquía, que prevé la devolución de los migrantes que llegan a las islas griegas. Baris cruzó el Egeo, llegó a Atenas y tomó un tren a Bélgica, donde solicitó asilo.

Pero, en el revuelo de la huida, tuvo que empeñar el violín que le había regalado su hermano. Fuat le envió dinero por correo. Cuando pudo recuperarl­o, tocó junto a un conjunto de Gante llamado De Propere Fanfare, que tras su muerte publicó en YouTube una pieza kurda en su honor.

Seis meses después regresó a Turquía y los trámites de asilo en Gante quedaron cancelados. Llegó a Estambul el 15 de julio y, pocas horas después, el país se vio sacudido por un golpe de Estado.

Tras la muerte de Baris, la familia encontró entre sus pertenenci­as un billete de autobús hacia la costa del Egeo con fecha del 17 de julio. La familia sabía que viajaba cada tanto a la provincia de Canakkale, desde donde parten los botes de traficante­s en dirección a la isla griega de Lesbos. Para entonces, el pacto migratorio ya estaba en vigor.

Hasta su nueva huida, Baris se ganó la vida como músico y en la recepción de un hotel en Estambul, hasta que de pronto un día se marchó llevándose uno de sus violines. Suat, que trabajaba como camarero en el centro de la ciudad, leyó en su smartphone que un bote se había hundido en aguas del Egeo. Mientras, Cengiz llamó a la guardia costera. “¿Han encontrado un joven con un violín?”, les preguntó, para confirmar las malas noticias. Su madre, que tres meses antes había perdido a su marido, se desmoronó.

Suat critica que tanto las autoridade­s como la gente de Canakkale se han acostumbra­do al negocio ilegal de los traficante­s y a la muerte de los refugiados. “Baris sabía nadar. Creemos que quiso salvar su violín”, cuenta Suat, quien se encargó de preparar el cuerpo de su hermano para el entierro. El violín resultó dañado, “pero Cengiz lo reparará para que Baris resucite con él. Una de sus hermanas quiere quedarse con el violín y aprender a tocarlo”.

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