Seguidilla de pedradas en el puente donde hirieron a Rosalía
La mujer perdió un ojo y sigue grave, tras el golpe que sufrió mientras iba en colectivo. En los últimos días, ya hubo agresiones similares en la variante Juárez Celman. Custodia policial.
El montículo con piedras yace en un rincón del puente. Los cascotes parecieran estar listos para ser usados en cualquier momento. Por debajo del puente, camiones, colectivos de media y larga distancia, autos y 4x4 circulan fuerte sin pausa, de ida y de vuelta por la ruta. Justo debajo del puente, sobre ambas banquinas, yacen esparcidas piedras y cascotes de cemento de todo tamaño.
Metros más allá, un policía dentro de un patrullero vigila el sector desde hace algunas horas.
A su lado, en la banquina, aún quedan los restos de la gran carga de azúcar que perdió un camión que volcó, luego de que el chofer perdiera el control días atrás producto de una serie de cascotazos lanzados desde el mismo puente.
Ese era el cuadro que se veía ayer en el maldito tramo de la vaayer riante Juárez Celman, en el ingreso a la ciudad de Córdoba, donde una pedrada lanzada desde allí arriba dio en la cabeza de una mujer que viajaba en un colectivo de larga distancia.
Rosalía Natalia Paz, una riojana de 44 años, sufrió el impacto de una piedra bola que le dio de lleno en la cabeza y le hizo perder su ojo derecho, entre otras lesiones.
Hoy, la mujer permanece grave, en coma farmacológico, conectada a un respirador mecánico en el Hospital de Urgencias.
El ataque no fue aislado: por el contrario, se agrega a una serie de ataques a pedradas contra vehículos que, desde hace varios días, se viene registrando en ese sector de la periferia norte de la Capital.
“Son épocas. Se habían ido los que tiran piedras, pero sí, habían vuelto a atacar allí”, reconoció un alto policía a La Voz.
La sospecha de los investigadores es que quienes arrojan piedras, más que como hecho vandálico, lo hacen para obligar a detener a los conductores y luego, con cómplices, asaltarlos.
Ataques conocidos
La Policía y las autoridades judiciales de la zona estaban al tanto de esta situación: es que el viernes pasado, a la madrugada, un camionero resultó lesionado y terminó siendo llevado al Urgencias con serias heridas.
Mientras era rescatado por bomberos y policías, el chofer alcanzó a decir que le arrojaron un cascote que le dio en el parabrisas. Tras dar un volantazo, perdió el control y el rodado tumbó. Salvó su vida de milagro. No está claro si la Policía o la Caminera implementaron algún operativo preventivo.
Lo que sí se sabe es que horas después, en el mismo tramo, al menos otro camionero también fue atacado y recibió varios cascotazos contra su parabrisas. El trabajador del volante mantuvo una fuerte discusión con policías que acudieron a asistirlo.
El pasado lunes a la noche, volvieron las pedradas a la variante. Y fueron varias. Uno de los cascotes dio en el parabrisas de un colectivo de larga distancia que viajaba hacia La Rioja. Rosalía Paz iba sentada adelante, arriba.
Esa misma noche quedó en estado de coma en el hospital.
Fuentes policiales señalaron que, por testimonios, sospechan que los agresores son jóvenes que se refugian en uno de los asentamientos marginales próximos.
El puente fue construido en los ’90 y nunca se habilitó del todo. Hoy, es usado por algunos vecinos. A 300 metros hay una pasarela peatonal, desde donde, según testigos, suelen “volar” piedras.
De noche, la zona es una “boca de lobo”. Los focos de los postes de luz están rotos a pedradas.