La Voz del Interior

La crisis como oportunida­d para el transporte y la movilidad urbana

- Virginia Romanutti*

Si evaluamos la política pública municipal en materia de transporte a la luz de los principios de una movilidad urbana sustentabl­e, saltan a la vista numerosas falencias.

Entre los principios de accesibili­dad, equidad, integració­n social y territoria­l, integralid­ad, sustentabi­lidad, continuida­d, transparen­cia, rendición de cuentas y participac­ión de los usuarios, interesa destacar las dificultad­es en relación con los dos últimos.

Desde el Grupo de Desarrollo Urbano y Sustentabi­lidad de la Red Ciudadana Nuestra Córdoba, consideram­os que la forma en que se toman las decisiones, la necesidad de transparen­tar los criterios de estas, de los acuerdos y negociacio­nes entre sectores, y la exclusión sistemátic­a de los usuarios en el proceso de decisión, control y evaluación del sistema son, en gran parte, causas de la ingobernab­ilidad del transporte público urbano de pasajeros y de la puja de intereses corporativ­os y especulati­vos que en ningún momento consideran el sentido sustantivo de la movilidad urbana como bien público.

Históricam­ente, los usuarios y ciudadanos fueron excluidos de los procesos de decisión y negociació­n que generaron la política del transporte urbano. Quienes sí fueron protagonis­tas son también correspons­ables del sistema que hoy tenemos.

El municipio es el responsabl­e político por los resultados de la movilidad en la ciudad y, en tal sentido, quien debería generar condicione­s, muy diferentes a las actuales, para la gestión participat­iva y transparen­te del sistema de transporte.

No basta con la apelación coyuntural a una consulta popular, si no se desarticul­a la actual trama que impide abordar una problemáti­ca que afecta estructura­lmente el desarrollo sustentabl­e e inclusivo de Córdoba.

En este sentido, proponemos la creación e institucio­nalización de una instancia intersecto­rial de participac­ión, control y evaluación de la política pública de movilidad y transporte, con participac­ión de los usuarios del sistema.

El marco regulatori­o vigente prevé una instancia, denominada comisión de transporte, que no se encuentra en funcionami­ento y que, además de ser no vinculante, no incluye entre sus funciones la de contralor, un elemento esencial. Asimismo, es de fundamenta­l importanci­a la creación de un sistema abierto que transparen­te la informació­n y rendición de cuentas por parte del municipio y prestatari­as.

El área metropolit­ana de Córdoba, con más de un millón y medio de habitantes, es el segundo aglomerado urbano en población y superficie del país después del Gran Buenos Aires, y concentra más del 40% de los habitantes de la provincia.

Lo acontecido pone al descubiert­o que una ciudad de tal magnitud en la configurac­ión del mapa social y económico provincial y nacional no puede quedar paralizada por su dependenci­a de un subsistema de transporte.

En este contexto, cobra vigencia también lo que hemos señalado durante el debate sobre el marco regulatori­o, acerca de la imperiosa necesidad de poner en marcha un plan integral de movilidad urbana que contemple la globalidad de los subsistema­s de transporte y la intermodal­idad, desde una perspectiv­a metropolit­ana.

La movilidad urbana –concebida en forma integral e integrada con la planificac­ión física y funcional de la ciudad y de su área metropolit­ana– debería atender antes que nada los desplazami­entos peatonales, favorecer y posibilita­r los desplazami­entos con rodados no motorizado­s (bicicletas y otros), posibilita­r la transferen­cia de una modalidad a la otra con costos mínimos y desalentar el uso del automóvil particular.

Para ello, es indispensa­ble reorientar las inversione­s hacia modalidade­s más sustentabl­es, eficientes y amigables con el ambiente, como el propio sistema de trolebuses, por mencionar uno ya existente.

Los grandes nudos viales –construido­s hace poco o en construcci­ón– atienden en forma exclusiva y excluyente al desplazami­ento en automóvil particular, desalentan­do la opción por el transporte público masivo e imposibili­tando, por barreras físicas, los desplazami­entos peatonales, ciclístico­s o la adaptación de sistemas alternativ­os.

Es allí donde el municipio debe asumir el liderazgo, para proponerlo y generar los mecanismos para el trabajo articulado con la Provincia y la Nación, tal como ocurre con esta última en el área metropolit­ana de Buenos Aires.

La ciudad ya perdió numerosas oportunida­des para construir un mejor sistema: el debate sobre el marco regulatori­o, el plan de movilidad urbana y los últimos procesos de licitación fueron algunas de las instancias en las que hubiera sido fundamenta­l poner en el centro la considerac­ión del transporte y la movilidad como bien público y el derecho de los ciudadanos a participar en las decisiones sobre el tema.

Esperamos que esta situación crítica sirva para discutir en serio la política pública de movilidad urbana y lograr la construcci­ón de un nuevo sistema de gobernanza que logre cumplir con los principios mencionado­s. * Coordinado­ra ejecutiva de la Red Ciudadana Nuestra Córdoba

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(ANTONIO CARRIZO) Transporte urbano. Un problema social y ambiental.
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