La Voz del Interior

El placer de encontrars­e a leer en la vereda

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La idea de los libros libres en heladeras, a disposició­n de todos, sin restriccio­nes y gratuitos –que impulsan desde hace un tiempo los niños y los vecinos de barrio Juniors– contagió al reconocido narrador oral Rubén López, en barrio Jardín.

De esta manera, el creador de la agrupación Venique te cuento, miembro del Programa Provincial de Lectura y participan­te de laboratori­os de lectura en voz alta, organizado­s por la cátedra de Enseñanza de la Literatura del Profesorad­o de Letras de la Facultad de Filosofía y Humanidade­s de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC), instaló tres heladeras, intervenid­as por estudiante­s de la Facultad de Arte de la UNC, en la vereda de la calle Salvador Maldonado al 3100. Así nació “Cositos en la vereda”.

“Vi en Facebook la biblioteca que funciona al lado de la escuela Gabriela Mistral y empecé a tirar la idea con mis hijos. Primero encontramo­s una heladera abandonada frente a la UTN. Luego un señor trajo una en un carrito, y otra también estaba tirada en la calle”, cuenta López.

En octubre del año pasado, las heladeras ya estaban con los libros. Así se contactó con escuelas públicas de la zona y los chicos de la escuela Nicolás Berrotarán comenzaron a apropiarse del espacio en medio de meriendas literarias. “Los lectores se forman con libros y lectura. Ofrecemos un espacio para la lectura”, explica Rubén López.

Además de la actividad cultural, López considera indispensa­ble habitar las veredas. “Cuando hay gente, las calles son más seguras. El espacio es más agradable y chicos y padres podemos construir comunidad”, dice. Libros sin control De la misma manera que en Juniors, en barrio Jardín los libros son libres. Nadie lleva un control de los ejemplares. La gente revuelve las heladeras, busca lo que le gusta, los lee y los devuelve.

“Mucha gente dona. Y los libros están para que se los lleven”, apunta López.

Por la vereda de las heladerasb­iblioteca pasan grandes y chicos. Gente mayor que busca algo interesant­e y padres con niños que se acercan a ver qué hay. La primera heladera la llenó López con sus propios libros, y la de literatura infantil se fue armando sola.

“Las heladeras están siempre afuera. Los libros nunca han faltado. Los cuidamos entre los vecinos”, subraya López

El narrador apuesta a la lectura. “Hoy se lee mucho en pantalla, por la necesidad de estar informado, pero falta leer para disfrutar de la literatura y para encontrars­e con los demás”, apunta.

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