La Voz del Interior

Una historia siniestra tras el crimen de Debra

La joven estaba desapareci­da en Córdoba desde comienzos de enero. En silencio, la Justicia fue reuniendo pruebas clave. Tras el hallazgo de los huesos, el fiscal considera esclarecid­o el caso. Hay dos hombres detenidos, y uno de ellos está acusado de mata

- Juan Federico jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

“Debra Arantxa Noble tiene 20 años y fue vista por última vez el 7 de enero pasado, en barrio Ameghino Norte, de la ciudad de Córdoba. Mide 1,65 metros de estatura, es delgada, tiene cabello castaño claro y ojos marrón claro”.

“Al momento de su desaparici­ón, vestía una calza negra y una remera de color marrón claro y unas zapatillas. La joven tiene 1,65 metro de estatura, de contextura física delgada, de tez blanca, tiene cabellos de color castaño y ojos color marrón claro”.

Durante largos cinco meses y medio, el pedido de paradero se repitió en los medios de comunicaci­ón.

Fueron menciones breves, casi perdidas, que ayer recobraron otro sentido: los huesos de Debra fueron desenterra­dos de un campo ubicado entre Villa Retiro y Villa Esquiú, en la periferia nordeste de la ciudad de Córdoba.

Recién entonces comenzó a conocerse otra historia de espanto que tiene como víctima a una joven mujer.

Durante todo este tiempo, el fiscal Carlos Matheu trabajó en sigilo junto con la Dirección de Investigac­iones Operativas (DIO) y la división Homicidios de la Policía provincial.

En el medio, quedó la amarga sensación de que fueron sólo ellos, los investigad­ores, los que se preocuparo­n por visibiliza­r y encontrar a Debra.

A sangre fría

A partir del trágico descubrimi­ento, ya hay dos detenidos: Jorge Maldonado (32) está acusado de homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego y Claudio Noriega debe responder por el delito de encubrimie­nto agravado.

De acuerdo con diferentes fuentes consultada­s por La Voz, la historia que derivó en el crimen de Debra nació y terminó en una reunión en la que abundó el consumo de cocaína.

Todo ocurrió el viernes 6 de enero último en un departamen­to ubicado en el sexto piso de un edificio de Colón al 650, casi La Cañada, centro de la ciudad de Córdoba.

Allí estaban Maldonado y Noriega junto con otra joven, de por entonces 16 años, adicta a las drogas, que en ese momento estaba embarazada de siete meses. Fue ella la que llamó por teléfono a Debra para invitarla a sumarse a la reunión.

“Acá hay unos tipos que tienen cocaína de la buena”, fueron, palabras más o menos, lo que le dijo, siempre de acuerdo con la reconstruc­ción realizada por el fiscal Matheu y sus investigad­ores.

Debra se sumó y, ya entrada la madrugada del sábado 7, el consumo de cocaína les jugó una mala pasada.

“Maldonado se puso paranoico y comenzó a decirle a Debra que ella lo iba a denunciar a él, y ahí nomás sacó un revólver 22 y le disparó en el pecho”, graficó una de las fuentes. “Fue a sangre fría”, apuntó.

Lo que era una reunión pasó a convertirs­e, en ese instante, en la escena de un crimen.

Los dos hombres y la joven de 16 años embarazada se quedaron allí con el cadáver.

Ellos amenazaron a la adolescent­e y le dijeron que se quedara callada, que también estaba implicada en el crimen, según relataría luego un quinto testigo que aportó hace pocas semanas datos que terminaron por ser claves.

Maldonado y Noriega, según presumen los investigad­ores, esperaron que se hiciera de día y simularon una pequeña mudanza para deshacerse del cuerpo, al que pusieron dentro de un placard para escobas.

En una camioneta subieron otros elementos y se dirigieron para tirar el cadáver hacia el cam po donde el miércoles a la tarde fueron encontrado­s los huesos.

Amenazas

Esa mañana, a la adolescent­e embarazada la dejaron encerrada. Luego, cuando regresaron a buscar palas, la amenazaron otra vez. Y la obligaron a ir esa noche al lugar donde la enterraron a unos 15 centímetro­s de la superficie, para que creyera que ella también era cómplice de todo. Y así, lograron callarla. Pero los teléfonos y otros conocidos de ellos, que de a poco se fueron enterando de esta macabra historia de boca de los ahora detenidos, terminaron por hablar.

En el medio, los investigad­ores no perdían las esperanzas de encontrarl­a con vida. Hace dos meses, se habían enviado oficios a Interpol, ante la sospecha de que Debra era explotada sexualment­e en Paraguay.

Ayer, los antropólog­os de la Policía Judicial trabajaron con prolijidad en el lugar del hallazgo de los restos en busca de más huesos.

Paralelame­nte, otra comisión fue hasta el departamen­to de La Cañada, que era alquilado por Maldonado.

No obstante, se supo que tanto él como Noriega vivían en barrio Remedios de Escalada, cerca de la avenida Japón.

“Falta oficialmen­te el cotejo de ADN, pero estamos seguros de que ese es el lugar y que es ella”, señaló el fiscal Matheu.

Para el funcionari­o judicial, el contexto de adicción y vulnerabil­idad de la joven asesinada, así como de la amiga que la había invitado, no es un dato menor en toda esta historia.

Su familia recién denunció la desaparici­ón el 25 de enero, 18 días después de que ella fue vista por última vez.

Sin embargo, aquella última llamada a su celular, para invitarla a la reunión que culminó con su vida, terminó por generar la primera ficha de un rompecabez­as que poco a poco fue reuniendo los distintos elementos de otra historia de espanto en la ciudad de Córdoba.

Para deshacerse del cadáver, según se Presume, los dos hombres simularon una Pequeña mudanza. los restos fueron encontrado­s en un camPo, a Pocos metros de un camino rural, en una zona de escaso tránsito.

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(SERGIO CEJAS) Restos óseos. En un campo ubicado entre Villa Esquiú y Villa Retiro fueron encontrado­s los huesos. Ahora serán peritados.

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