La Voz del Interior

Modelo de ilegalidad

-

La detención del “Rey de La Salada”, Jorge Castillo, y de buena parte de su núcleo familiar volvió a poner en el tapete a esa suerte de cara oculta de la luna que es la economía informal, tanto como a los visibles hilos que comunican el comercio ilegal con prácticas mafiosas.

Nacidas al conjuro de tiempos durísimos de lisa y llana superviven­cia, estas ferias –que encuentran en La Salada su modelo replicado en otros escenarios del país– consagraro­n una economía marginal, caracteriz­ada por elevadísim­os niveles de evasión impositiva, falsificac­ión de marcas, trabajo en negro y un aceitado sistema de chantaje y reparto de zonas de influencia, lo cual a veces se traducen en actos de violencia.

Son la mejor demostraci­ón de que los países acaban por dirigirse hacia donde sus ciudadanos quieren ir, mal que les pese a los gobiernos de turno.

Argentina cuenta con una economía informal en la que se mueven no menos de seis millones de personas. Están al margen del sistema, no aportan al fisco y, a la vez, poco o nada reciben de este.

No son escasas las causas que coadyuvan a la cristaliza­ción y expansión de este fenómeno: las repetidas crisis económicas que empobrecen y los ciclos de recuperaci­ón que no redistribu­yen, tanto como la visión repetida hasta el hartazgo de un modelo de Estado que en todas y cada una de sus formas se niega a sí mismo, empeñado en incumplir sus obligacion­es y en potenciar sus defectos.

El fisco caza en el zoológico, agobiando a quienes contribuye­n y empujándol­os al incumplimi­ento, mientras a diestra y siniestra se exhibe el obsceno espectácul­o de una rentable ilegalidad.

Argentina ha internaliz­ado hace mucho que la marginalid­ad y las prácticas ilegales de todo tipo son el camino más corto al éxito personal y no producen consecuenc­ias. Pruebas a la vista.

La Salada no es una causa de nuestros males sino la palmaria consecuenc­ia de nuestros defectos. Y empeora a poco que se lo mire, cuando se intenta aprovechar políticame­nte el fenómeno, como bien lo sabe el exsecretar­io de Comercio Guillermo Moreno, virtual protector del modelo, al amparo quizá de ese prejuicio que obliga a estar donde se supone que está el pueblo. Que la expresiden­ta Cristina Fernández haya querido “exportar” el modelo a Angola dice no poco al respecto.

Esas ambiguas señales de la política y de los responsabl­es de turno del Poder Ejecutivo son las que calan hasta el hueso en el conjunto social.

En suma, La Salada es el espejo de la anomia nacional y una vez más expone las heridas de un país frustrado, donde las leyes son ignoradas con demasiada frecuencia, en particular por quienes deben hacerlas cumplir.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina