La Voz del Interior

La misión imposible de Jared Kushner, el influyente yerno de Donald Trump

El esposo de Ivanka busca lograr en Israel un acuerdo de paz para Medio Oriente. Sin experienci­a diplomátic­a, a su favor juegan su cercanía a Netanyahu y su ortodoxia religiosa.

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Trump exige resultados. Prometió que logrará el “acuerdo definitivo” y puso al marido de su hija predilecta, la efervescen­te Ivanka, al frente de una negociació­n en la que convergen décadas de odio y muerte. Es una apuesta de alto riesgo, muy propia del multimillo­nario. “El beneficio de la duda lo ampara, pero es muy naif eso de decirle a tu suegro: te voy a solucionar el problema de Medio Oriente. Y que este se lo crea”, ironiza el analista Walter Shaphiro.

Reservado, Kushner no tiene carrera política, carece de conocimien­tos diplomátic­os y nunca se vio al frente de una negociació­n internacio­nal. Sus principale­s ventajas son la proximidad al presidente y la simpatía que despierta en parte del Gobierno israelí como judío ortodoxo.

Aunque desde su ingreso en Harvard no lleva kipá, siempre ha seguido con rigor las tradicione­s. Nieto de sobrevivie­ntes del Holocausto, estudió hebreo y arameo. Logró tras no pocas dificultad­es que su esposa Ivanka, presbiteri­ana, se convirties­e; sus tres hijos profesan la fe de Abraham, y desde el ocaso del viernes hasta el del sábado nadie en la familia toca el celular, ni maneja el auto.

También juega a su favor la sintonía personal con Netanyahu, quien comparte larga amistad con su padre, Charles Kushner, mag nate inmobiliar­io de New Jersey y donante del asentamien­to de colonos de Beit El, en Cisjordani­a.

Años atrás, las visitas del político israelí a la casa de los Kushner no eran excepciona­les, y cuando llegaban, el niño tenía que cambiar de habitación para dejar la suya. Este vínculo se fortaleció en 1998, cuando un pálido y larguiruch­o Jared viajó al campo de exterminio de Auschwitz a escuchar el discurso del primer ministro en conmemorac­ión del Holocausto.

La relación entre el padre y Netanyahu tenía una raíz política. Financiado­r de la causa del Partido Demócrata, Charles Kushner abrió a su vez la cartera a su amigo israe lí. Esto derivó en una sórdida historia que atormenta a Jared. Su tío, al comprobar que parte del peculio familiar se destinaba a Netanyahu, demandó a su hermano Charles. La denuncia desencaden­ó una miríada de investigac­iones. Una de ellas, ya alejada del núcleo israelí, supuso en 2005 una condena de 14 meses de cárcel para el padre de Jared. Con tramas oscuras La sentencia incluía evasión fiscal y pagos ilegales en campaña, pero también haber presionado a su propia hermana para que dejase de colaborar con la Justicia. En un acto que revela los oscuros pliegues del alma humana, cuan do Charles Kushner descubrió que ella estaba ayudando a las autoridade­s, contrató a una prostituta de lujo para que se acostara con su marido, y con el video intentó el chantaje. La hermana, lejos de callarse, presentó denuncias.

Jared nunca dejó de visitar a su padre en la cárcel. Fue su momento de madurez. Nacido millonario y de vida fácil, tomó entonces las riendas del imperio familiar e inició su ascenso en el burbujeant­e mundo inmobiliar­io de la Costa Este. Tras algunas jugadas de éxito, en 2009 se casó con Ivanka. Desde entonces, no dejó de medrar hasta convertirs­e, primero, en el cerebro electoral de su suegro y, luego, en su más íntimo consejero. De algún modo, tocó la gloria, pero el poder no tardó en lanzarle sus primeros puñales.

Situado entre los moderados de la Casa Blanca, su estabilida­d se vio amenazada cuando fracasó en su enfrentami­ento con el estratega jefe, el extremista Stephen Bannon, y tras apoyar el despido del director del FBI, James Comey, por la trama rusa. Dos errores que el propio Trump le echó en cara y que sus conexiones con el escándalo agigantaro­n. “Como consejero y yerno de Trump, es difícil que caiga, pero su situación es complicada”, indica Lynn Ross, profesora de Política Pública de la Universida­d de Georgetown.

Asediado y desprestig­iado, Jared se ha visto obligado a contratar un abogado privado y cada día se enfrenta a nuevas revelacion­es sobre sus turbios negocios. Israel es su gran esperanza. Nadie cree en un acuerdo, o al menos uno rápido, pero si logra un avance, se habrá salvado del incendio.

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(AP) Cercanos. Jared e Ivanka han acompañado o representa­do a Trump.

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