La Voz del Interior

La errática política ferroviari­a

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La sociedad argentina acaba de observar una muestra más de las erráticas políticas oficiales en temas clave para el desarrollo y la vinculació­n de todas las regiones del país.

En una cena convocada para celebrar los 130 años del gremio ferroviari­o La Fraternida­d, el presidente Mauricio Macri sostuvo que “cada vez que se desarrolló el ferrocarri­l, creció el país”.

La afirmación presidenci­al es un eslabón más de las marchas y contramarc­has de distintos gobiernos acerca de los principale­s medios de transporte.

El expresiden­te Carlos Menem cerró líneas ferroviari­as, al tiempo que privatizó los principale­s ramales del transporte de pasajeros y de carga.

La renovación de vías férreas y la modernizac­ión insumieron millones de pesos en subsidios, pero no hubo mejoras en el servicio, en tanto, miles de operarios deambularo­n por años en busca de empleo. El objetivo implícito era favorecer el traslado de pasajeros a través de ómnibus y aviones, en una simbiosis de intereses gremiales y económicos que beneficiab­a a sindicalis­tas y a empresario­s ligados al menemismo.

Durante las gestiones K, pese a que la prédica pública era opuesta a las privatizac­iones del menemismo, no se produjeron grandes cambios. La alianza tejida con Hugo Moyano volvió a privilegia­r el transpor te de pasajeros y cargas por otros medios ajenos al ferrocarri­l. Esos vínculos se interrumpi­eron durante el segundo mandato de la expresiden­ta, pero los millonario­s fondos que se adjudicaba­n terminaron en los bolsillos de funcionari­os públicos; empresario­s amigos; y en compra de chatarra.

El traslado de pasajeros y de cargas por las vías no sólo cimentó el desarrollo de las principale­s potencias económicas del mundo, como señaló Macri, sino que actuó como un elemento integrador.

Es deseable que el ferrocarri­l se convierta en el principal medio de circulació­n de mercadería­s, lo que facilitarí­a la conservaci­ón de las ya deteriorad­as rutas.

La modernizac­ión del servicio permitiría dar competitiv­idad a las economías regionales más alejadas de los puertos, que serían beneficiad­as con una sustancial reducción de los costos de logística.

El transporte ferroviari­o de pasajeros aún conserva su atracción. Miles de viajeros están dispuestos a soportar largas colas en Córdoba para obtener un boleto que les permita llegar a la Ciudad de Buenos Aires a bajo costo, en un viaje de casi 18 horas.

Todos estos elementos deben convertir en realidad el anuncio presidenci­al, mientras el Estado debe planificar el desarrollo de los ramales que mejor contribuya­n al crecimient­o y a la integració­n. Una política que tendría que ser asumida por los futuros gobernante­s para desterrar las marchas y contramarc­has que exhibe la Argentina en sus políticas públicas.

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