La Voz del Interior

Aval al veto migratorio tras asunción de juez supremo afín a Trump

Por pedido presidenci­al, la Corte de EE.UU. aceptó analizar el bloqueo al decreto que limita el ingreso a inmigrante­s musulmanes. Mientras resuelve, ciudadanos de seis países de mayoría islámica quedan excluidos del visado.

- Jan Martínez Ahrens El País, de Madrid

WASHINGTON.

Donald Trump logró sacar adelante el núcleo de su polémico veto migratorio. Tras meses de bloqueo judicial, el Tribunal Supremo decidió por unanimidad aceptar el caso y, mientras lo resuelve, levantar su suspensión y permitir que se aplique a todos los ciudadanos de Irán, Libia, Somalía, Siria, Sudán y Yemen que no tengan un vínculo fiable con “una persona o entidad de Estados Unidos”.

“Es una clara victoria de nuestra seguridad nacional. Como presidente no puedo autorizar la entrada de quienes nos quieren hacer daño”, afirmó exultante el mandatario.

El veto suspende 120 días el programa de refugiados y paraliza durante otros 90, con la salvedad mencionada, la concesión de visados a ciudadanos de los seis citados países, todos de mayoría musulmana. Pese a su dureza, se trata de una versión aligerada de un primer e implacable decreto. Nacido al calor de las proclamas electorale­s, el texto original incluía a Irak e impedía la entrada a viajeros con visados ya aprobados y residencia permanente.

La universali­dad de estas restriccio­nes, su profundo sesgo discrimina­torio y la propia retórica de Trump desataron una fuerte ola de protestas. El rechazo fue recogido por los jueces de primera instancia y dio pie a una casi inmediata paralizaci­ón del veto.

Para superar este obstáculo, la Casa Blanca decidió presentar una versión con menos aristas. Pero en las cortes de apelación tampoco tuvo éxito. Los recursos de los estados de Virginia y Hawái, controlado­s por los demócratas, hicieron hincapié en que permitir la orden, mientras se resolvía el fondo de la cuestión, podría lesionar gravemente el derecho de miles de ciudadanos.

Los Tribunales aceptaron esta advertenci­a e incluso señalaron que el decreto, lejos de atenerse a cuestiones de seguridad, estaba contaminad­o por “la intoleranc­ia, la animosidad y la discrimina­ción”. Es decir, la islamofobi­a. El éxito de las impugnacio­nes hizo presagiar a muchos una derrota del veto en el Supremo. Pero los abogados del presidente midieron bien los tiempos antes de acudir a la instancia final. La entrada del caso en el Supremo se materializ­ó después de que la designació­n del juez Neil Gorsuch, impulsada por el presidente, culminó con éxito. Trabajada la mayoría conservado­ra en la Corte, la Casa Blanca se sintió con fuerza suficiente para entablar el combate. Argumentos judiciales

En sus razonamien­tos, el Supremo se mostró sensible a esta lógica y aceptó que el interés nacional debe prevalecer sobre el posible daño que pudiese causar el veto a los viajeros y refugiados.

Pese a ello, impuso una limitación ante los casos más sangran tes. Los de aquellos extranjero­s que ya poseen algún vínculo fiable (bona fide), por ejemplo de estudio, trabajo o familiar, con ciudadanos o entidades de Estados Unidos. Una excepción que, si bien soslaya algunas aberracion­es, como impedir a un profesor trabajar en una universida­d reconocida, deja fuera a los refugiados y a la mayor parte de la población de dichas naciones.

La decisión del Supremo, que abrirá juicio en octubre, representa una victoria para las tesis de Trump que incluso podría haber ido por más. Tres de los nueve jueces, entre ellos el recién estrenado Gorsuch y el veterano Clarence Thomas, sostuviero­n que el veto habría debido aplicarse en su totalidad.

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(AP) Ícono. Los inmigrante­s de países con mayoría islámica, foco de la discrimina­ción.
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Antitrumpi­smo. Desde su victoria, el actual presidente enfrentó una extendida opo

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