Una mochila repleta de interrogantes
En su entorno aseguran que fue un acto de “supervivencia” para su futuro político cercano. Sus detractores internos en el radicalismo lo comparan con un miope, “incapaz de proyectar una estrategia más allá de dos metros”.
Entre estas visiones ha quedado el intendente de la ciudad de Córdoba, Ramón Mestre, tras el cierre de listas de Cambiemos.
Tal vez ambas descripciones se acerquen, en parte, a la razón. Lo concreto es que el radical que tiene como objetivo ser gobernador ha cargado su mochila con unas cuentas que podrían ser pesadas más adelante.
Llevó a centímetros del precipicio la relación que logró a cuentagotas construir con las máximas autoridades del Gobierno nacional.
Su obstinación por lograr una mejor posición para su hermano Diego en la boleta para los comide cios de octubre lo hizo entrar en colisión con el otro extremo del cordón umbilical que alimenta financieramente a su siempre necesitada gestión.
Sin el apoyo del presidente Mauricio Macri, Mestre tendrá poco para mostrar a los cordobeses dentro de un año y medio, cuando quiera ser candidato para jubilar transitoriamente del poder provincial a Unión por Córdoba.
La semana pasada, antes de que se librara la batalla final por los apellidos de la nómina y cuando ya era un hecho que su hermano debía conformarse con un lejano quinto puesto, el intendente recibió 200 millones de pesos para seguir colocando cemento donde hoy hay sólo tierra en las calles de Córdoba.
Lo convocaron a Buenos Aires para entregarle 40 millones de pesos, pero el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, decidió ablandar el ánimo del radical y sumó otros 160 millones. El compromiso nacional es de algo más de 1.400 millones en dos años, los cuales ya se entregaron cerca de 600 millones, según la Rosada.
El relato
Una vez acordada la lista que liderará el PRO –algo que no sucede en la mayoría de las provincias–, en el mestrismo comenzó un proceso de construcción de un relato que podría sonar afinado para quienes desconocen cómo se gestó la nómina.
Sin embargo, creerse esa sinfonía sería contraproducente para los propios, si es que se quiere tener real comprensión de lo que ha pasado en los últimos días y cómo eso podría operar en el futuro.
“Es muy importante que el Presidente haya avalado esta lista en que sólo hay dirigentes de nuestro espacio. Se trata de un respaldo importante para nosotros”, aseguran por estas horas mestristas que buscan reinterpretar lo sucedido.
Macri no apoyó a los candidatos del intendente: Soledad Carrizo, número dos, y Brenda Austin, número cuatro. No hubo pronunciamiento sobre eso.
Impuso para sí el cupo masculino dentro de los cargos expectables y dejó en manos de la UCR la resolución de sus dirigentes. Lo que sí hizo el líder político de Cambiemos fue garantizarse un diputado “puro” más desde diciembre. A Héctor Baldassi se le sumará Gabriel Frizza en el Congreso de la Nación.
Moneda en el aire
Apoyado en los hechos, Mestre sí podrá decir con razón que replicó con sus pares radicales lo que Macri hizo con él: imponer su decisión. La vieja “ley del gallinero”. Ningún otro núcleo interno pudo colar apellidos en la boleta “oficial”. Para participar, Dante Rossi debió armar una propuesta paralela con la que competirá en las Paso. Se trata, en rigor, de una lista macrista-mestrista.
La jugada, si los números le son favorables a Cambiemos en octubre, podría ser un golazo para Mestre. Nadie podrá objetarle buena parte de la responsabilidad de un eventual triunfo. Aunque ese escenario tendrá, a su vez, la contracara del crecimiento de un Baldassi con proyección provincial para 2019. Todo un riesgo.
En cambio, una derrota ante el PJ alimentaría el recelo de los radicales marginados ahora. En especial de los sectores de Oscar Aguad y Mario Negri, que evaluaron no gastar en esta oportunidad el respaldo que tienen de parte de Macri y que necesitarán en 2019, cuando se dispute el poder real provincial y municipal.
Demasiados frentes abiertos para el principal gobernante de Cambiemos en Córdoba.