Cristina, la deuda y la política agorera
–¿Para qué se tomó deuda a un siglo de plazo y a semejante tasa?
–Dentro del plan financiero que lleva adelante Argentina es muy importante, junto a otros, para seguir anclando la confianza en el proceso de transformación. Son señales y así se leyó en la prensa mundial. En un año y medio pasamos del default a este nivel de confianza.
–Pero muchos dicen que Argentina se resignó y que durante 100 años vamos a pagar una tasa altísima.
–Si se mira quiénes tienen bonos a 100 años en el mundo son países que lo hacen para fortalecer esa confianza a mediano plazo. La tasa, que tiene que ser tomada en función del monto pedido, es la que pagaba Estados Unidos hace 15 años. Es una tasa razonable en términos de las proyecciones. Pero lo más importante dentro del plan financiero es seguir bajando la tasa y el nivel de endeudamiento, sabiendo que tres cuartos en este período fue para repagar deuda vieja. Y a una tasa a la mitad de la que pagaba el gobierno anterior. Se trata de cómo ir gradualmente fortaleciendo la credibilidad hacia afuera.
–La expresidenta Cristina Fernández tuvo una fuerte crítica hacia ese endeudamiento en el acto de lanzamiento de Unidad Ciudadana.
–No nos sorprende, dada la profunda actitud antidemocrática que ha tenido desde el 9 de diciembre de 2015. Y el desconocimiento a la democracia formal que no la incluya. La democracia sólo existía cuando ella era presidenta. Ese espíritu agorero de crisis y de catástrofe la pone en un lugar muy miserable al hacer política apuntada al deseo de que le vaya mal a la Argentina. flictividad laboral de los últimos tiempos. Y es porque hay un Estado presente; lo que no quita que si hay una decisión empresarial, uno no pueda eliminarla.
–Pero en este caso, como en otros, esa decisión empresarial tiene implicancias laborales, sociales…
–Por eso se interviene, para tratar justamente de generar más inversiones, más puestos de trabajo. Se actualizó el seguro de desempleo y el Repro para generar transiciones laborales. Pero si quisiéramos estatizar la economía, lo que lograríamos, como sucedió con el kirchnerismo, es que haya probablemente menos inversión y trabajo. El Estado debe estar presente, pero para hacer que ser cumpla la ley. Por suerte hay más casos de nuevas inversiones y de empresas que quieren generar empleo, que de cierres.
–¿Por qué entonces aumentó el desempleo?
–Primero bajó y luego volvió a subir. Un problema estacional. En el primer trimestre siempre es más alto. Pero lo importante es que, si vemos otras variables, se han recuperado casi todos los puestos de trabajo que se perdieron en la transición, que fueron menos que los que se perdieron en 2014. En otro contexto se hubiera generado una crisis como la del 2001 y eso es lo que se impidió.
Puesto de nuevo ante el año electoral, Peña enfatiza que la crítica “está sobrevalorada como herramienta electoral”. “La realidad también lo es. Describir la situación en la que estamos o lo que cada uno ha hecho en su gestión es parte de la propuesta. Uno puede disfrazarse de que nunca gobernó, pero eso es faltarles el respeto a los ciudadanos. Nuestro eje siempre será propositivo. Eso no quita que demos discusión política sobre qué país nos dejaron”.
–Si al oficialismo no le va bien en las elecciones, ¿hay algún riesgo para la política económica? El prospecto del bono de deuda a un siglo dice que no está garantizada la “irreversibilidad” de esta política.
–Todo cambio se basa fuertemente en la confianza hacia adentro y hacia afuera del país. Pero la pregunta que nos hacen siempre de afuera es si se trata de una casualidad o de un cambio mayoritario. Nosotros estamos convencidos de que es una decisión muy profunda, una rebeldía de los argentinos contra décadas de fracaso y de malos gobiernos. Y eso se reflejará en la elección.